El poderoso sector alemán del automóvil no se lo ha pensado dos veces a la hora de aplicar en sus plantas de producción la receta del ‘kurzarbeit’, que consiste en la reducción de las horas de trabajo con la consiguiente merma del sueldo. A Daimler, Volkswagen y BMW se unieron en marzo Ford y Opel, esta última de actualidad en España por la amenaza que pende sobre la fábrica de Figueruelas, en Zaragoza. Hasta 1.330 personas podrían quedarse sin trabajo si los planes de Magna, que aspira a comprar Opel a General Motors, siguen adelante.
Las empresas químicas, como Bayer, Basf y Evonik, también han recurrido a esta medida, que, desde hace un año, ha afectado a 3.400.000 personas en Alemania. La Oficina Federal de Empleo de Núremberg calcula que, sólo en septiembre, las empresas solicitaron recortar la jornada a mil empleados como medida para frenar la crisis. En agosto la cifra fue similar.
De momento, el recorte de la jornada laboral se ha revelado decisivo en la economía alemana. Pero, ¿qué pasará en el futuro? Porque las ayudas estatales a las empresas que aplican la ‘kurzarbeit’ no pueden exceder los dos años.