A diciembre de 2010 –últimos datos oficiales ofrecidos por el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE)– había en España más de 30.400 directivos de Administraciones Públicas y empresarios con diez o más asalariados a su cargo y cerca de 6.000 gerentes de empresas más pequeñas sin trabajo. Por esas fechas la cifra de desempleados en nuestro país era de algo más de 4,1 millones –a 28 de febrero de 2011 la cifra llegaba a casi 4,3 millones, después de un comienzo de año bastante desastroso–, así que, a priori, no parece que los trabajadores de cuello blanco estén siendo especialmente barridos por el vendaval del desempleo.
Sin embargo, basta remontarnos hasta el comienzo de la crisis para ver el problema: hace tres años –en diciembre de 2007– el número de directivos sin trabajo de empresas con más de diez empleados no llegaba a los 18.000 y se mantenía, más o menos, en las mismas cifras desde 2005 –año en el que el SPEE empieza a utilizar una nueva metodología para determinar las cifras de paro–. Esto quiere decir que el número de desempleados con experiencia en dirección de empresas casi se ha duplicado durante la crisis.
El descalabro laboral sufrido por los directivos y gerentes se aprecia mejor si observamos la tasa de variación relativa. Entre diciembre de 2007 y diciembre de 2008 esta cifra fue del 32,5%y, en el periodo posterior –desde diciembre de 2008 a diciembre de 2009–, fue del 29,9%. Estos datos se refieren a directivos de empresas con más de 10 asalariados, pero los responsables de negocios más pequeños registraron cifras similares. Así, entre diciembre de 2007 y el mismo mes de 2008 la tasa de variación relativa fue del 30,5% entre los gerentes de empresas con menos de 10 asalariados y, un año después –entre diciembre de 2008 y diciembre de 2009–, la tasa creció hasta el 34,2%.
Esta situación tan catastrófica «está generando una enorme desconfianza», señala Ángeles de la Flor, socia directora de Aflora, consultora especializada en transición profesional. «Hay que tener en cuenta que, por cada compañía, hay un director general y de él dependen, a veces, cientos de empleados». Además, añade, «se ha perdido el concepto de ‘bombón profesional’». «En general hay una sensación de agotamiento y miedo en muchos directivos», afirma, por su parte, Alfonso Jiménez, presidente de la Comisión de Gestión de Personas de la Asociación Española de Directivos (AED), y ese miedo está generando inmobilismo en muchos responsables. «Más que nunca hay que tratar de no equivocarse y para no equivocarnos lo mejor es no hacer nada, no decidir nada», alerta Jiménez.
¿Los peor parados por esta situación? Los directivos de las pymes. «Son las que más han sufrido este impacto. Las grandes corporaciones tienen los riesgos más distribuidos entre distintos mercados y esto les ha permitido tener un impacto menor», asegura Jiménez. Los puestos directivos desaparecen, pero, tras la crisis, ¿se van a recuperar? «Esta crisis está provocando un cambio en las personas y en la forma de percibir y valorar un trabajo. Considero que el ámbito laboral está cambiando y, por ello, no volverá a ser lo que era. Eso no significa que no se puedan recuperar puestos de trabajo, sino que se realizará de forma diferente», opina Carme Castro, socia y coach de Kainova, empresa especializada en la gestión y desarrollo de las personas.
«Gran parte de los puestos de trabajo de directivos destruidos actualmente se recuperarán en un menor número a largo plazo y lo más probable es que sean posiciones desempeñadas por jóvenes ejecutivos con una formación universitaria completada con postgrados cursados en Escuelas de negocios importantes de nuestro país, estancias en el extranjero y dominio de idiomas», opina, por su parte, Lola Vallejo, Responsable del Área de Transición Profesional de Atesora. Pero los directivos de más edad, con un equipaje de experiencia más lleno, están también buscando su sitio. «En el caso de directivos de más de 45 años se están produciendo muchos procesos de ajuste de profesión y muchos de ellos se están reconvirtiendo en profesionales autónomos, reorientando su actividad profesional», afirma el responsable de la AED.
Reducción salarial
Ante esta situación, los expertos creen que los directivos tendrán que aceptar una nueva situación. «Muchos van a seguir haciendo lo que hacían, pero deberán asumir que tienen que ser más flexibles. Por ejemplo, aceptar reducciones de salario o de las condiciones. No conozco directivos que se hayan quedado en casa», opina Ángeles de la Flor.
Por su parte,Vallejo observa que, en un principio, tras la desvinculación de la compañía, los directivos buscan proyectos donde puedan mantener sus condiciones laborales, pero «cuando empiezan a hacer prospecciones en el mercado y a mantener entrevistas informativas con su networking empiezan a ser conscientes de la realidad y de las exigencias del nuevo mercado».
La experta de Kainova, Carme Castro, comparte esta visión. «Es habitual que, con el paso del tiempo, tiendan a reducir sus expectativas salariales frente a la incertidumbre de encontrar el puesto para el que estaban preparados». Alfonso Jiménez señala que la reducción salarial lleva produciéndose desde hace varios ejercicios pero afecta, sobre todo, a los incentivos tanto a corto como a largo plazo. «El otro día me comentaba el CEO de una compañía multinacional que sus ingresos se han visto muy mermados no tanto por el salario, sino por eso último. Son ingresos que le permitían ahorrar o hacer ese consumo ‘extra’ y ahora no cuentan con ellos», cuenta el presidente de la Comisión de Gestión de Personas de la AED.