La Real Academia de la Lengua (RAE) dice que flexible es aquel «que en un enfrentamiento se pliega confacilidad a la opinión, a la voluntad o a la actitud de otro o de otros». Otras acepciones que contempla el diccionario son más prometedoras, cuando de lo que se habla es de trabajo, de recursos humanos; «que no se sujeta a normas estrictas, a dogmas y a trabas» o que es «susceptible de cambios o variaciones según las circunstancias o necesidades».
Necesitábamos conocer el significado exacto porque se acaba de hacer público un estudio europeo en el que se analizan las competencias clave para la incorporación de los jóvenes al mercado laboral. El resultado ha sido presentado por países, y en España, la competencia mejor valorada por los profesionales de los recursos humanos ha sido la flexibilidad.
La Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas (AEDIPE) ha colaborado en este proyecto de investigación para, una vez conocidas estas competencias, trabajarlas a través de programas de ‘coaching’, es decir, técnicas que gestionan el potencial de las personas. Su secretaria general y directora técnica del Foro Iberoamericano de Recursos Humanos, María Jesús Pérez, explica que lo primero que hicieron fue ponerse de acuerdo en lo que entendían por flexibilidad, una suma de habilidades sin desperdicio: «la capacidad para adaptarse al ambiente empresarial, más la capacidad para aprender de los clientes con los que trabajamos y poder modificar en un momento determinado las metas y objetivos a conseguir, más la habilidad para comprender el contexto y poder adaptarnos al nuevo entornode forma rápida y eficiente».
«Este sumatorio fue objeto de bastantes discusiones internas entre los equipos de cada país que formamos parte del proyecto», explica la secretaria general de AEDIPE Centro. «Para las empresas participantes de Austria, España y Alemania, la capacidad de entender el cambio, adaptarse y trabajar sobre él de forma rápida y eficiente ha resultado unacompetenciaclaveenmás de un 60%», añade Pérez.
«Todo eso estaría muy bien si no fuera porque a mí esta pretendida ‘flexibilidad’ que hoy interesa tanto a los empresarios me suena un tanto a cuento», explica Gabriela Jadraque, documentalista e historiadora que desde hace dos años trabaja de forma eventual en proyectos de investigación mientras busca sin desmayo un empleo. «Creo que casi todos entendemos a qué ser refieren –añade–. Quieren personas capaces de aceptar condiciones que nunca antes habrían aceptado y sueldos que ni nos hubiéramos planteado».
Bien interpretado
Comparten sus reservas los responsables de la Unión Sindical Obrera (USO). Su secretario confederal de Relaciones Institucionales, José Luis Fernández Santillana, puntualiza que «hay que dejar claro que la flexibilidad, tal y como parece entenderse, no es propiamente una competencia profesional y, por tanto, si lo que se pretende es tener personas trabajando sin un horario de referencia o con unas condiciones laborales y salariales que el empresario pueda cambiar unilateralmente, estaríamos simplemente convirtiendo la supuesta flexibilidad en una moderna esclavitud».
Este peligro está en la mente de muchos que ven cómo las ofertas escasean, mientras las condiciones son cada vez más leoninas. Pese a todo, no olvida Fernández Santillana las necesidades del mercado laboral, por lo que puntualiza a renglón seguido; «hay un concepto de flexibilidad que debe ser bien interpretado tanto por los jóvenes, como por los empleadores. Es aquel que facilita la adaptación a distintos puestos de trabajo. El que posibilita horarios flexibles e incluso el trabajo realizado desde el domicilio».
¿Saber o habilidad?
El panorama laboral ha dado un giro radical en los últimos años y los nuevos profesionales de todas las áreas sufren especialmente con este cambio. «Los jóvenes actuales han preferido formarse más e incorporarse más tarde al mercado de trabajo. Esto lo conocen bien las empresas y, en una situación como la vivida antes de la crisis actual, donde se hablaba de pleno empleo, era lógico que la experiencia laboral se retrasase », explica María Jesús Pérez. En cuanto al orden de prioridad que da la empresa española a ciertas habilidades de sus trabajadores, la secretaria general de AEDIPE Centro es rotunda. «En todos los casos el siguiente: habilidad para adaptarse al entorno, inteligencia emocional, comunicación y autonomía». En otros países europeos, estas habilidades pasan a otro plano y lo que prima es la experiencia. Es el caso de Francia y Austria.
A pesar de este cambio de tendencia, desde el sindicato USO apuestan claramente por la formación de los profesionales. «Con respecto a los jóvenes, existe actualmente una dualidad entre quienes tienen una gran formación y aquellos que no han alcanzado los mínimos para acreditar una cualificación profesional. No es de recibo que, en el contexto actual, un joven abandone el sistema educativo sin obtener un certificado de profesionalidad», se duele José Luis Fernández Santillana, quien considera que hay que potenciar «a través del sistema educativo » las competencias transversales, «aquellas que afectan a multitud de puestos de trabajo: la capacidad de organización del trabajo, la resolución de problemas, la responsabilidad y el trabajo en equipo». A su juicio, «hay que cambiar la cultura de la presencia por la de la eficiencia. Ello mejoraría notablemente los ratios de productividad».