No todos los estilos de liderazgo son adecuados para cualquier empresa. Hay quien busca una determinada forma de conducir un equipo y no le sirve simplemente con que se cumplan los objetivos de producción. Las compañías cada vez están más pendientes de las habilidades que ha adquirido en su trayectoria el profesional quien va a encargarse de estar al timón del barco. Quieren reclutar al candidato perfecto, pero ¿qué es lo que están buscando?
La definición de líder no es tan sencilla como parece, sobre todo cuando se está tratando de encontrar a alguien que encaje bien en este puesto de confianza. Si nos vamos a la que propone la Real Academia Española de «persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad», es decir, un departamento o incluso toda una empresa, se nos queda corta. ¿De qué manera «dirige» para ser considerado un buen líder? Ahí está la cuestión.
Tipos de líderes
En función de la forma de entender esta capacidad para coordinar un equipo se configuran distintos estilos de liderazgo.
Para Iñaki González, director de Tecnologías y Comunicación de Osenseis Lean y experto en gestión de personas, hay dos tipos de liderazgo. Por un lado está el liderazgo constructivo que, además de poner el acento en el logro de objetivos, «se preocupa de que las personas de la organización crezcan profesionalmente, alcancen sus objetivos y se sientan como parte importante de los logros y éxitos conseguidos a título general por la empresa». Por otro, está el liderazgo destructivo, o «antiliderazgo», el que llevan a cabo los que «harán lo imposible para que las personas de la organización no brillen por encima de ellos mismos, no alcancen sus metas y no puedan crecer profesionalmente, por la única razón de considerar que el crecimiento de los demás será en perjuicio de ellos mismos».
Un líder que resuene
Goleman, Boyatzis y McKee publican en 2002 su teoría sobre el líder primal, es decir, el genuino. El parámetro que les guía en su definición es la inteligencia emocional. Un líder primal es aquel que conecta con la gente a la que tiene que coordinar. Contagia entusiasmo y es capaz de movilizar a las personas.
Más tarde estos mismos autores hablan de la figura del líder resonante, aquel que hace que todo entre en una sincronía armónica. Esta actitud favorece además un clima positivo. Hay seis tipos de liderazgo que se ordenan en función de que sean capaces de generar cada vez mayor resonancia en su entrono:
- Liderazgo autoritario. Los que prefieren que se cumplan sus órdenes sin dar explicaciones al equipo. Si no se cumplen, hay amenazas o castigos. Por lo general, desmotiva y causa disonancia en el entorno.
- Liderazgo democrático. Los que dejan que sean los trabajadores que conforman el equipo quienes aporten las decisiones más convenientes. En determinados momentos puede ser una actitud muy eficiente; pero no en cualquier caso, pues también es importante la visión estratégica del líder.
- Liderazgo afiliativo. Los que tienen en cuenta las afinidades dentro de un equipo. Son capaces de generar un buen clima de trabajo y el compromiso de los que caen bajo su dirección. Sin embargo, pueden llegar a dejar un poco de lado los objetivos.
- Liderazgo timonel. Los que están tan centrados en los objetivos de la empresa, que se olvidan de que están tratando con un capital humano. Se dedican a seguir un rumbo y corregirlo cuando hay desviaciones. Aunque pueden ser muy efectivos, su falta de empatía genera disonancia.
- Liderazgo coaching. Los que se fijan en las habilidades que pueden potenciar los integrantes del equipo que dirigen para que consigan sus logros dentro de los objetivos de la empresa. También dan cuenta de las debilidades y ayudan a superarlas. La mejora del equipo y el cumplimiento de los objetivos se integran a la perfección, lo que provoca ya una gran resonancia.
- Liderzago visionario. Los que detentan este estilo tienen algo en común: prácticamente hipnotizan al equipo. Consiguen su motivación y compromiso, a la vez que inculcan de una manera clara los objetivos. Esta especie de magnetismo produce la mayor resonancia en el entorno.
Estos estilos de liderazgo no deben ser entendidos como «puros». Un mismo líder puede emplear un estilo u otro en función de las situación a la que se enfrente. Con medida, los seis pueden aportar valores positivos tanto a la empresa como a los trabajadores.