Adaptar los estilos de liderazgo que necesita tu plantilla en cada contexto es un arte que se aprende y está integrado en el liderazgo situacional. La comunicación es la base para responder a estas demandas según el momento y el equipo. Unos trabajadores pueden beneficiarse de un liderazgo empresarial carismático mientras que otros prefieran uno más democrático o participativo. Acertar no es cuestión de suerte sino de conocimiento y buenas prácticas empresariales.
Reconstruyendo los estilos de liderazgo
Adaptar los estilos de liderazgo según el contexto con el que te encuentres es el rasgo fundamental del liderazgo situacional. La definición de este modelo de liderazgo es responsabilidad de Paul Hersey y Ken Blanchard. De acuerdo con este paradigma, el líder carismático debe ajustar su discurso, su propuesta de acciones y su intensidad al personal. Según su madurez, el liderazgo podrá asumir una posición más activa o pasiva. El primer paso para que alcances los objetivos es que conozcas los tipos de liderazgo empresarial:
- Autoritario o cohercitivo: este es un modelo en desuso porque no suele lograr los objetivos. Los trabajadores reciben instrucciones precisas y constantes sobre sus tareas. Como la metodología es el control y la monitorización, puede funcionar en un equipo reciente o con poca iniciativa. La versión cohercitiva es la que ejerce más presión y no mira en absoluto por las circunstancias de cada trabajador.
- Democrático: la dirección delega la organización en equipos autónomos limitándose a repartir las tareas y fijar objetivos. Este es el modelo más eficaz cuando has constatado la responsabilidad y eficiencia de los trabajadores.
- Carismático: el líder concentra la mayoría de responsabilidades apoyándose en la información que recoge de los miembros del equipo. Cuenta con buena reputación por su trayectoria y por su continuo reconocimiento al personal. Premia las ideas más útiles y los buenos resultados.
- Transformacional: en este modelo los liderazgos alientan y motivan al personal para innovar y crear cambios que favorezcan también a la empresa. Cada uno de los elementos del ecosistema empresarial es percibido como una pieza clave para el crecimiento personal y colectivo dentro de la cultura corporativa.
Beneficios para la plantilla y para la empresa
La dirección que asuma el liderazgo situacional potencia la resiliencia de la empresa. Pero además cabe destacar otros beneficios:
- Equipos más resolutivos y eficientes: al ser reconocidos y tratados con lo que necesitan en cada momento, optimizan su rendimiento. Asumen su responsabilidad y cumplen los tiempos.
- Motivación y compromiso: los trabajadores se sienten satisfechos en un ecosistema que les provee una guía detallada o total libertad justo en el momento preciso.
- Creación de un entorno de trabajo positivo: con un buen clima laboral aumentas el bienestar y la productividad. Además mejoras tu reputación y la marca empleadora. Así, atraerás y podrás retener al talento cualificado.
- Adaptabilidad al cambio: al ser flexible con las condiciones de los trabajadores refuerzas esta soft skill tan demandada en los últimos años.
- Mejoras la experiencia del empleado: al fluir la comunicación entre las personas, el feedback tiene sentido y las demandas de la plantilla son integradas en una visión panorámica de los recursos humanos.