Albergar desconfianza acerca de las capacidades propias es más común de lo que pueda parecer. En el contexto laboral, los directivos se enfrentan a grandes cargas de estrés, derivadas de la competitividad y la obtención de cada vez más competencias. Es por ello que, en ocasiones, las dudas pueden convertirse en inquietud, y la inquietud, en miedo al fracaso. Este escenario se repite en un patrón común para líderes y personas con gran responsabilidad. Sin embargo, se debe contar con mecanismos adecuados para combatirlo, de manera que no se convierta en un hándicap en tu carrera profesional.

Cómo detectar el miedo al fracaso en contextos laborales

La mera posibilidad de cometer errores puede llegar a condicionar a los profesionales hasta extremos insostenibles. En entornos empresariales caracterizados por la búsqueda de la mejora continua, fallar en un momento determinado puede hacer que la confianza en uno mismo se vea afectada de forma negativa. Si el sentimiento de vergüenza o fracaso no se gestiona adecuadamente, puede derivar en afecciones psicológicas más graves, como el síndrome de burnout, del impostor o incluso en atiquifobia o miedo al éxito.

Bien sea por las características propias de la persona o por una mala experiencia, el trastorno que tipifica un miedo irracional al fracaso, conocido como atiquifobia, puede desarrollarse sin control. Las personas afectadas por la atiquifobia presentan unos síntomas comunes que son fácilmente detectables.

A nivel mental, es común que la persona tenga una baja autoestima y cuente con altos niveles de autoexigencia y autocrítica. Esta combinación da como resultado una búsqueda de la perfección continua que, a causa de su propia percepción, no llega jamás, dado que a su parecer, su trabajo nunca es lo suficientemente bueno. Este pensamiento nocivo, a su vez, influye en gran medida en cómo se comporta en el trabajo y cómo se relaciona con sus compañeros o superiores.

Las personas acusadas de este miedo, pueden presentar poca motivación y compromiso, además de evitar situaciones en las que se vean susceptibles a ser el blanco de opiniones ajenas.

Directivas comentando su miedo al fracaso para pedir consejo

Estrategias para directivos con miedo al fracaso

Si el miedo llega a un extremo condicionante, lo ideal es buscar la ayuda de un experto que pueda trabajar la fobia en base al caso único tratado. Sin embargo, si has detectado patrones que pueden ser comunes a este miedo, existen estrategias que pueden ayudarte a trabajarlo:

Identifica cuál es la creencia que tienes frente al fracaso

En muchas ocasiones, la creencia que albergamos en lo referente a un tema no se ajusta a la realidad. Que puedas cometer un error no significa que lo vayas a hacer siempre. Las experiencias positivas sirven para celebrar, mientras que las negativas sirven para aprender. Ten en cuenta que la experiencia que recibas de tus vivencias depende en gran medida del prisma desde el que quieras visualizarla.

Traspasa tu zona de confort

Evitar hacer ciertas cosas por temor a fallar inhabilita tu capacidad para triunfar. No te cierres a nuevos retos o experiencias y trata, poco a poco, de superar tus propias barreras. Dejar atrás las costumbres no siempre es fácil, por lo que puedes ir expandiendo tus objetivos a una marcha que te genere seguridad.

Evita compararte

Cada experiencia vital es única. Muchas veces existe la creencia arraigada de que el éxito depende de ciertos estándares. Desecha esa idea. Tú eres quien establece su propia manera de medir el éxito y sus propios objetivos.

No temas pedir ayuda

Ya sea en el trabajo, con los familiares y amigos o en terapia, pedir ayuda no hace más que sumar. Si sientes que has cometido un error, puedes comentarlo con otros profesionales de tu empresa en busca de consejo. Muchas veces te sorprenderá saber lo común que es errar en ciertas situaciones.

También puedes comentar tus temores con tu entorno más cercano. Ponerle nombre a tus miedos hará que pesen un poco menos. Y, por supuesto, en el caso de necesitarlo, no dudes en pedir ayuda psicológica.

Recuerda que el miedo no es sinónimo de debilidad y que puedes trabajar para vencerlo.