«No podemos despreciar el empleo como si estuviéramos en una torre de marfil». La frase es de Miguel Ángel Fernández Prada, vicerrector de la UPV, pero podría haberla pronunciado cualquiera de sus compañeros de mesa. A tenor de los opiniones vertidas por los invitados al desayuno, la universidad está más dispuesta que nunca a estrechar sus lazos con la empresa. «Se acabó el tiempo del estudio por el estudio», sentenció Álvaro Jarillo, de la UNED, que se mostró esperanzado ante la incidencia del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) en el empleo. «Nuestra tasa de adecuación al empleo estaba en el 65%. Pensamos que la incrementaremos cuando, dentro de tres o cuatro años, tengamos los resultados del EEES».
Marta Arroyo, por su parte, destacó que las prácticas son obligatorias en todas las titulaciones que se imparten en su universidad, la Europea de Madrid. «Y casi la mitad de nuestros profesores trabaja fuera del aula».
Las relaciones de la UOC con la empresa definen su propio sistema de financiación. «Sólo el 30% de nuestros ingresos procede de subvenciones públicas, el 70% restante se obtiene gracias a las matrículas o a las alianzas con empresas», aseguró Ramón González.
Por el lado de la empresa, Carlos Carpizo, director de recursos humanos de Randstad, reivindicó el papel de las prácticas como vehículo de inserción laboral al tiempo que se mostró cauteloso sobre los efectos deBolonia en el empleo: «En cualquier caso, hay que preparar a las personas para que no haya un abismo entre la empresa y la universidad».