Eva Ivars directora general de Alain Afflelou España y responsable de Marketing para Europa
«Exploradora, descubridora o aventurera». Eva Ivars (Denia, Alicante, 1971) lo tenía claro desde niña. El mundo se le quedaba pequeño y ella se asomaba a sus bordes y miraba más allá. «También quise ser piloto cuando aún no había casi ninguna mujer». Las ciencias no eran lo suyo y, finalmente, apostó por algo más vocacional: «Me encanta estar con la gente, comunicar, el intercambio. Elegí Publicidad porque me pareció que podía tener mayor atractivo». Por primera vez, Eva Ivars deja Denia y se traslada a Madrid: «Viniendo de un pueblo era como… ¡Ay, qué horror, qué enorme!». Pronto se le pasó el susto. Sus amigos del colegio mayor le ayudaron: «Se convirtieron en mi segunda familia».Atrás quedaba su primera experiencia laboral, un trabajo con el que consiguió dinero para ir a la capital: «Con 18 años fui intérprete de la Guardia Civil en Denia». «Era muy divertido. Recuerdo que los agentes eran superamables». «Luego, mientras estudié la carrera, trabajé en la Oficina de Turismo vendiendo Denia como la que más».
«Al acabar, trabajé como relaciones públicas en una empresa que se llamaba Alternativa Bates, donde tenía clientes muy importantes». Con ellos descubrió que nadie estaba por encima de nadie: «Eres tú la que no te puedes frenar». «La semana pasada estuve en el Women Forum International de Deauville y en el transcurso de una cena presentaron una parte de una película, “Océano”, en la que se mostraban escenas de un buceador que iba nadando al lado de un tiburón blanco de seis metros de largo. Cuando le preguntaron si no había sentido miedo, dijo que no, que al final somos nosotros los que nos ponemos frenos para hacer las cosas. Y es verdad. Que no lo haya hecho nadie no significa que yo no lo pueda hacer». Con esta filosofía aprendida desde bien temprano, Ivars salta con naturalidad de un terreno a otro. De las relaciones públicas llegó a la publicidad. «Me fui a Grey y, concretamente, a la cuenta de Procter & Gamble, donde trabajé cinco años». Allí encontró el rigor y el método que buscaba. «Era un modelo muy americano, muy estructurado y medido. Trabajé para Pantene, Pringles, la lejía Ace, para Mr. Proper…». También allí dio su primer salto internacional. «Éramos Grey Casablanca: un cliente marroquí muy complicado e interesante. Había que visitar las casas para saber lo que era importante para el cliente. Áquí decíamos: “Mr. Propper, una belleza que brilla”, pero allí no podías hablar del brillo como beneficio porque todo es de barro».
Poco a poco su compañía reconvierte su estrategia, apostando por un modelo más global en el que las unidades de negocio locales pierden poder de decisión. «Dejó de ser interesante porque lo único que te dejaban hacer era adaptaciones de la comunicación». Un nuevo reto aparece, justo en ese momento, ante ella. «Me llamaron de Publicis para llevar Mahou como cliente, un sector que yo no conocía; y luego, Hewlett- Packard y Lacoste».
«En 2003 me dijeron: “Hay que hacer una presentación para un señor francés que se llama Flú-Flú”», recuerda riendo. Alain Afflelou llamaba a su puerta. «Participé en el concurso y ganamos al cliente. Un año y pico después me pidió que me viniera como directora de Comunicación y como a este señor no se le puede decir que no…». Eva Ivars disfruta recreando cada segundo de su carrera. No ha dejado de reír en ningún momento y todo parece indicar que seguirá haciéndolo en los próximos cien años. «Estoy disfrutando muchísimo, pero no sé lo que va a pasar mañana. Si algún día no me gusta lo que hago, me buscaré otra cosa donde pueda crecer y pasármelo bien». Mientras tanto, seguirá nadando sin inmutarse junto al tiburón blanco.
Entrega
De cerdos y gallinas en el trabajo
«Me gusta rodearme de gente carismática, eficaz, dinámica, creativa, que tenga fuerza… No soporto trabajar con gente que es un bluf, ésos que te venden la moto, que son todo apariencia. Tampoco con vampiros que te chupan la sangre«. «En Grey aprendí que en el trabajo, y en la vida en general, tú puedes ser cerdo o gallina. El cerdo deja su pata de jamón y se queda sin ella. La gallina llega, pone su huevo y se pira enterita. Los que son gallina son los que menos me gustan». ¿Y qué tipo de liderazgo ejerce? «El que me deja el día a día», explica entre risas, «pero me gustaría ser un líder carismático, que arrastre a los demás porque les convenza con mis ideas y con mi fuerza».
Visión
«Las excepciones son las excepciones»
«En Francia dicen que soy natural, como el yogur. Ellos no dicen “esto está mal”, dicen: “Tienes un margen de progresión de mejora”». ¿También Afflelou? Eva Ivars habla con admiración de su presidente. «Él no se conforma con un “no es posible”. Siempre dice: “Las excepciones son las excepciones y así serán tratadas, pero hay que hacer reglas generales”».
Error
«56 horas en la carretera de Burgos»
«Ser creativo es un tema de actitud, de escucha a los demás, de ver pros y contras y no conformarse. Es superimportante no persistir en el error. Coges una carretera de Burgos y te chupas un gran atasco y piensas: “Puf, ya que estoy aquí…”, estás 56 horas en la carretera de Burgos. No. Te has equivocado y te has equivocado. Ya está. Ahora busca otra forma de hacerlo».
«Yo he decidido que voy a vivir la vida como si no trabajara»
«En mi tiempo libre me gusta disfrutar de mi marido y de mis hijas». Que sí, que sí, pero ¿qué más? «Ir al spa». ¿Ninguna directiva va de tiendas? «Yo sí. Soy una buscadora nata de gangas. Me encantan los zapatos. Tengo millones», explica entre carcajadas. «Siempre que puedo me voy con mi familia a una casa que tengo en Denia. Yo he decidido que voy a vivir la vida como si no trabajara. Si tengo que quedar en casa con mis amigos, quedo. Es mi marido el que hace la cena y lo hace muy bien. Yo le hago compañía con una copa de vino. Con mi primer marido, cocinaba una asistenta; en el colegio mayor me lo daban hecho… Total, que nunca he aprendido».