Roberto Brasero

Roberto Brasero, periodista

Estudió Periodismo y estuvo vinculado a esa profesión durante más de una década, hasta que le dieron la oportunidad de mezclar el hecho de contar historias con la meteorología. Roberto Brasero (Talavera de la Reina, 1971), empezó en las autonómicas y saltó, más tarde, a Antena 3, donde se ha convertido en uno de los rostros más populares.

¿Cuál fue su primer empleo?
Cuando estudiaba, mientras estaba en la carrera, hice prácticas en varios medios. Fui becario en Onda Cero en Talavera, hice trabajos esporádicos en «LaVoz delTajo»… Pero el primer empleo con el que realmente gané algode dinero fue en 1991, cuando estaba en segundo de carrera, como agente censal. Se trataba de un trabajo eventual, de 15 días, durante la Semana Santa. A mí me tocó la zona del barrio de Hispanoamérica de Madrid -Príncipe de Vergara, etc.-. Los chavales íbamos con unos cuestionarios que la gente tenía que rellenar, así que estuve pateándome la calle, casa por casa. Primero repartías los cuestionarios y luego, cuando la gente los había rellenado, ibas a buscarlos. A algunas personas mayores les tenías que  ayudar a rellenarlos, otros te invitaban a merendar y había quien te contestaba de manera muy desagradable. También había mucha picaresca. Después de hacer los cuestionarios tenías que hacer un resumen de los datos. Había dos tipos de cuestionarios, los de residentes y los de ausentes. Los primeros los pagaban más caros, así que había mucha imaginación y la gente se inventaba los datos, aunque yo no recuerdo si lo hice.

¿Y recuerda en qué gastó el dinero que ganó en ese trabajo?Seguramente lo gasté en vicios y caprichos, en darme satisfacciones. Pero sí recuerdo perfectamente en qué gasté el dinero de mi primera beca, que,  curiosamente, fue en Antena3 Televión en el verano del 91. Yo tenía una beca de 45.000 pesetas, aunque me retenían 2.000 de impuestos, y le compré a mi madre un vídeo VHS.

¿Cómo pasó al periodismo?
Yo me vine de Talavera de la Reina a Madrid en el 88, así que tenía que pagarme la manutención. En la carrera iba trabajando en sitios para ganar dinero, pero, además, tenía que buscar empleos que me dieran  experiencia. Ahora no sé si es así, pero antes debías completar la formación académica con las prácticas. Entré como becario en Telemadrid. Allí estuve 12 años. Primero hice diferentes programas y luego pasé a meteorología.

¿No se le hizo extraño el cambio?
Se me hizo tan extraño que al principio dije que no. Pero me convencieron diciéndome que podía hacerlo como yo quisiera, pasando de contar lo que había pasado a lo que iba a pasar.

¿Cómo ha cambiado la información meteorológica en estos años?
Ha cambiado, sobre todo, la forma de hacer previsiones. Ahora tenemos más herramientas. Contamos con satélites y con Internet. También ha cambiado la forma de contarlo. Ahora la gente exige más. A veces quieren saber hasta qué tiempo va a hacer en la comunión del año que viene.

Para usted, ¿lo del periodismo es vocacional?
Es vocacional, porque, si no, no tiene sentido. Es la necesidad de querer contar cosas.

¿Se han quitado ya el sambenito de que el hombre del tiempo nunca acierta?
Pues no del todo. Ha cambiado el hecho de que antes no dabas ni una y ahora se suele acertar siempre y, a veces, fallas. Lo que pasa es que, cuando fallan las previsiones, es algo muy notorio y se vuelve a esa rémora de que no acertamos. Ocurre, por ejemplo, el día de la nevada que no se preveía o cuando se casa una princesa y cae un chaparrón no previsto.

¿Le paran por la calle y le regañan por el tiempo que está haciendo?

Sí. Unas veces me dicen «menos mal que ha hecho buen tiempo», y otras me sueltan cosas que no puedo reproducir aquí.