Juan Pedro Abeniacar, presidente y CEO Mundial de Perfumes Loewe

Cuando Juan Pedro Abeniacar era pequeño sólo soñaba con crecer: «Me daban envidia los mayores, que podían hacer muchas cosas que mis padres, con toda la razón del mundo, no me dejaban». Ni vocaciones tempranas, ni aspiraciones profesionales. Aquel niño quería «salir y tener libertad». Nada más y nada menos. En el Liceo Francés cursó sus primeros estudios, una antesala de la Escuela de Caminos, donde, con esfuerzo, se convirtió en ingeniero, título que estrenó «trabajando durante cuatro años calculando estructuras para centrales nucleares. Tuve suerte porque en el año 76-77 vivimos una crisis, no tan fuerte como la de hoy, pero muy importante. Había muchísimo desempleo».

«No me seducía demasiado la perspectiva de mi futuro dedicado a eso y, como mis padres tenían posibilidades económicas, me fui al INSEAD, a Fontainebleau». Allí cursa un entonces novedoso MBA y se codea con los alevines de la élite empresarial. «Me fui estando casado. Mi hija nació allí, en París, y fue un año de mucho estudio y dedicación». Para una persona eminentemente técnica, el máster fue una puerta —grande— de entrada al mundo de los negocios. Acabar entre los diez primeros —»el sexto»—, le reafirma en su decisión.

«Al volver me puse a trabajar en la empresa familiar, vinculada con el mundo de la perfumería. No tenía una vocación muy clara. Tenía un pacto con mi padre: me quedaría seis meses y, si me gustaba, pues ya veríamos». Hubo poco que ver. «La verdad es que me entusiasmó. Tuve la oportunidad de hacer muchas cosas, de conocer a mucha gente. Éste es un sector que te engancha, que te deja una profunda huella», explica con pasión.

Tres años después, en 1986, toma una participación en una afamada compañía del sector, que más tarde abandona. «Allí comencé a desarrollar perfumes, algo que no había hecho nunca, pero que he continuado haciendo durante todos estos años. Gracias a eso hoy soy un atípico: un directivo que sabe formular perfumería».

En paralelo continúa su carrera en la empresa familiar. «En 1998, se vende en una parte muy importante al grupo LVMH [Louis Vuitton y Moët Hennessy] y me proponen hacerme con la dirección general de la nueva compañía». «Me hice cargo de Dior para España y luego se fueron añadiendo otras marcas. En tres o cuatro años me nombran director general de toda la división de perfumes y cosméticos para España». En el año 2002, Perfumes Loewe abandona el paraguas de la marca madre para iniciar el vuelo internacional solo, «y como es una compañía española, me dan la responsabilidad para el mundo entero, lo que me ha dado oportunidad de volver a tener un contacto muy directo con todo el proceso creativo. Desde entonces, todos los perfumes de Loewe han pasado por mis manos. De un 3-4% de negocio más allá de nuestras fronteras, al 40% actual», Juan Pedro Abeniacar ha trabajado duro para consolidar la posición de su empresa, pero no se conforma. «Todavía nos queda mucho terreno por recorrer». La innovación es más que un anhelo para esta compañía y su presidente, que continúa, como cuando era un niño, soñando con crecer. «Al final, tú construyes el futuro y eso me parece tremendamente emocionante. Es a lo que he dedicado toda mi vida. Indudablemente, a medida que vas envejeciendo, tu futuro se va acercando un poco más a ti: cuando tienes 20 años, el futuro tiene 40; cuando tienes 50, tu futuro tiene muchos menos». Y divagando sobre ese futuro, ¿se ve dentro de Loewe? «Hoy por hoy, sí».

Liderazgo

«Haz y exige lo que tú seas capaz de dar»
El suyo es un trabajo de equipo, pero también de individualismos, de genios… «Sí, pero al final es una orquesta: todos tienen que tocar juntos, en armonía. Si el director es malo y los solistas, geniales, la cosa no funciona«. «Creo que hay que tener una capacidad natural de liderazgo y creo que el liderazgo a través del ejemplo es el más efectivo: Haz y exige lo que tú seas capaz de dar. Yo he procurado dar ejemplo en la compañía. He procurado ser una persona equilibrada, trabajadora, ecuánime«. ¿Quizás el trato con las personas es la parte más complicada de su trabajo? «Y la más gratificante. Soy profesor del Instituto de Empresa y me entusiasma el contacto con los alumnos. Es uno de los estímulos mejores que puedes tener».

Valores

«La confianza genera espíritu de equipo»
«Me gusta rodearme de gente de talento y gente fiel. Si se es fiel y no se tiene talento, mal vamos; pero si tienen talento y no son fieles… La fidelidad genera confianza, la confianza genera espíritu de equipo y el equipo, en general, es mucho más productivo».

Éxito

«Un goce que te permite saltar más lejos»
¿A qué huele el éxito? «Yo no lo percibo así. El éxito es un punto de satisfacción tuya y de los que te rodean. Es un goce que te permite saltar más lejos». ¿Un perfume inolvidable? «Me ha hecho muy feliz “Sólo Loewe”, que ha marcado un antes y un después».