La situación en España es crítica. Con más de cinco millones de parados, el poder adquisitivo de los españoles cae sin freno aparente. Pero no solo de aquellos que no tienen trabajo, sino también de quienes lo conservan. En noviembre del pasado año, la Agencia Tributaria publicó cuánto cobran los españoles y los datos fueron, cuanto menos, preocupantes: casi el 60% de los trabajadores de nuestro país percibe menos de 1.282,80 euros brutos al mes, lo que sitúa sus ingresos netos por debajo de la barrera del «mileurismo».
Pero todavía hay más cifras preocupantes. Hace menos de un mes, la oficina de estadística de la Unión Europea, Eurostat, publicó que el 25,5% de los españoles se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2010. Es decir, 2,1 puntos más respecto al año precedente. Con esta tasa, España se sitúa como el octavo país con peores datos de la UE, solo superado por estados como Rumanía, Bulgaria, Grecia o Letonia y al nivel de otros como Grecia o Polonia. Esto significa que 11,6 millones de españoles se encuentran en esta extrema situación.
Cuesta arriba
«No hay duda de que los españoles han perdido poder adquisitivo, algo incomprensible al ver cómo ha aumentado la formación superior y de posgrado», explica José Luis Crespo, área mánager de Adecco Professional. Asimismo, y según datos del Ministerio de Trabajo publicados en diciembre de 2011, los salarios siguen perdiendo valor porque, aunque han subido un 2,5%, el Índice de Precios al Consumo (IPC) lo ha hecho un 2,9%.
Pero no solo caen los sueldos de los empleados, sino que mandos intermedios y directivos también notan esta merma. Según un estudio presentado en diciembre pasado por la escuela de negocios EADA, los salarios han caído unos 1.000 euros de media desde 2009. Si en ese año, el sueldo medio de un directivo rondaba los 73.600 euros, en 2011 bajó a los 72.804 euros. Algo parecido a lo que ocurría con mandos intermedios, que veían caer sus sueldos hasta los 37.434 euros.
Jordi Costa, director de diversos programas de empleo en EADA, añade que si bien en comparación con el resto de países de la Unión Europea la diferencia de los salarios es evidente, «desde 2009 los sueldos de todo el personal laboral ha aumentado considerablemente » Razón no le falta, pues según este estudio de EADA, los directivos cobraban 68.795 euros de media en 2007, es decir, 4.000 menos que en 2011; los mandos intermedios ganaban unos 34.800, esto es, 2.600 menos que en el pasado año y los empleados, 19.588, por tanto, 1.900 euros brutos de media menos que en el último ejercicio. «El problema es que aunque el salario de los trabajadores no ha perdido poder adquisitivo real, la gente sí que se ha endeudado mucho más y tiene dificultades para afrontar el pago de sus hipotecas», explica.
Sin embargo, el último estudio completo sobre este tema, publicado hace un par de años por la revista ICE, dependiente de la Secretaría de Estado de Comercio, decía que, si bien en la última década el poder de consumo había crecido ligeramente, el poder adquisitivo total, incluyendo toda suerte de gastos, había disminuido de forma significativa. En concreto, entre 9 y 20 puntos porcentuales si a la hora del análisis se incluía el pago de las hipotecas, cuyo peso en el gasto familiar ha sido creciente en los últimos años, tanto que unas 100.000 familias no han podido afrontar el pago y han perdido su casa desde 2007.
El talento cotiza menos
Para Pedro Casielles, consultor de Randstad, es evidente que los salarios «están descendiendo» y algunos empresarios «se están aprovechando de esta coyuntura, ya que están contratando a gente muy buena por menos dinero». Aun así, entiende la situación. «Los sueldos han caído en sectores como el de la construcción o el inmobiliario». De hecho, hay delegados de obra que han pasado de cobrar 130.000 a 70.000 euros anuales en dos o tres años. Casielles lo compara con el precio de la vivienda: «¿Costaba un piso tanto como nos hacían pagar? ¿Correspondía ese salario realmente al trabajo de ese señor?».
A pesar de todo, ¿dónde está el límite?
Hasta no hace muchos meses, los «mileuristas» se quejaban de sus bajos salarios. Hoy, se consideran prácticamente privilegiados. Para Casielles, el salario «es algo muy personal”» Aun así, «hay un nivel de confort que nunca tenemos que rebasar por debajo. No tiene sentido que con un sueldo no se pueda pagar la comida, el transporte para llegar al trabajo y una casa digna». Es más, asegura que si una empresa no ofrece un salario que aporte dichas condiciones, «tendrá a sus empleados disgustados, algo que tampoco les beneficia».