El miedo del ser humano a su sustitución como fuerza de trabajo por parte de la tecnología no es sólo algo de las películas o los libros, también hay ejemplos en la historia: en los primeros tiempo de la Revolución Industrial en Inglaterra surgió un movimiento contra las máquinas, a las que los obreros consideraban responsables de los despidos y los bajos salarios. Este movimiento de reacción contra la progresiva mecanización del trabajo es conocido como ludismo, y toma su nombre de Nedd Ludd, el primer obrero en destruir un telar.
El tiempo demostró que la introducción de la tecnología no iba a suponer el fin del trabajo, sin embargo los luditas evolucionaron hacía la lucha sindical, la relación del hombre con el avance tecnológico siempre ha despertado los temores de algunos sectores y en la década de los noventa del pasado siglo surgió una nueva versión del aquel primitivo movimiento contra las máquinas, el neoludismo.
Recientemente se ha publicado “Race against the machine”, un libro de Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee que ha conseguido atraer la atención de los medios por la tesis que sostiene:
“there has been relatively little talk about role of acceleration of technology. It may seem paradoxical that faster progress can hurt wages and jobs for millions of people, but we argue that’s what’s been happening. As we’ll show, computers are now doing many things that used to be the domain of people only. The pace and scale of this encroachment into human skills is relatively recent and has profound economic implications. Perhaps the most important of these is that while digital progress grows the overall economic pie, it can do so while leaving some people, or even a lot of them, worse off.
And computers (hardware, software, and networks) are only going to get more powerful and capable in the future, and have an ever-bigger impact on jobs, skills, and the economy. The root of our problems is not that we’re in a Great Recession, or a Great Stagnation, but rather that we are in the early throes of a Great Restructuring. Our technologies are racing ahead but many of our skills and organizations are lagging behind. So it’s urgent that we understand these phenomena, discuss their implications, and come up with strategies that allow human workers to race ahead with machines instead of racing against them.”
Con unos niveles de paro tan elevados para los estándares de la economía de los EE.UU, que a duras penas está consiguiendo crear empleo mientras su economía lucha en el filo de la recuperación y una nueva recesión, los argumentos que ponen sobre la mesa los autores del libro siembran la preocupación sobre la capacidad, ya no solo de crear nuevos puestos de trabajo, sino de aumentar las disparidades por la progresiva pérdida de fuerza laboral de mediana cualificación.
Fuente: Economist´s View
Como se muestra en el gráfico anterior, en los últimos treinta años, la economía estadounidense ha experimentado una pérdida de su capital humano dedicado a labores de mediana cualificación. Y por contra, en ese nuevo reparto del empleo se ha desplazado más fuerza laboral hacía los puestos de menor cualificación que a los de niveles superiores de capacitación profesional. Esto es algo que se pone de manifiesto en este artículo:
“…computers still aren’t very good at many menial labor jobs like cleaning bathrooms and other janitorial work; we still need humans for that. So it turns out that for many very low-skill jobs, there’s still demand. For high-skill and high-touch jobs like being a good manager at a company, a doctor or a nurse, we need humans. But many middle-skill, middle-class jobs are where we’re seeing the squeeze
“That’s the irony, right?” Author says. “That basically the things that proved easier to automate are not the lowest-skill activities. It’s easier to have a computer play chess than it is to have a computer wash dishes.”
So going forward, the worry is there’s going to be a greater need for people to do minimum-wage restaurant busboy-type work and less need for $30-an-hour office workers…”
Como afirman los autores de “Race against the machine” esto es un fenómeno relativamente nuevo y que por primera vez rompe el argumento de la “falacia ludita”: que el aumento de la productividad no desemboca inexorablemente en el desempleo. Esto puede provocar una peligrosa vuelta atrás en la orientación de la sociedad al progreso tecnológico y dar cobijo a teorías neoluditas.
Pero el incremento de la productividad es solo una parte del problema, por otro lado, nos enfrentamos en paralelo a una crisis de la demanda. La situación actual ha provocado un parón en la demanda de consumo de bienes y servicios en general, que está haciendo crecer (en otros países ni siquiera llegan ese crecimiento) a un ritmo mucho menor del habitual la economía. Por ejemplo, en EE.UU, los últimos datos trimestrales de crecimiento de su PIB (2,5 %) están por debajo de su media histórica (3,3%). Lo cual, hace difícil que las empresas mantengan los ritmos de contratación anteriores a la crisis para ser capaces de recuperar los niveles de empleo pasado.
Pero esta es una visión del problema de la demanda con un enfoque coyuntural. Algo que para Martin Ford, autor de “The lights in the Tunnel”, puede ser justo lo contrario: un problema estructural por la aceleración exponencial de la productividad vía tecnología versus el aumento lineal del consumo humano, como cuentan en este post del blog de ciencia y tecnología de The Economist.
Ante esta situación, la gran pregunta sigue flotando en el aire: ¿qué podemos hacer para revertir la situación? Evidentemente, la solución no pasa por un resurgir del neoludismo, sino por apostar más aún por la tecnología y ser capaces de abrirse a nuevos modelos de negocio y organización.
El verdadero problema es que nos estamos enfrentando a algo más que una crisis. Un cambio de paradigma provocado en gran medida por las capacidades que ofrece la tecnología en todos los aspectos de nuestras vidas. Una tecnología que está enmarcada en modelos de negocio obsoletos y con unos pobres niveles de innovación organizacional, lo cual impide que esta pueda desplegar su verdadero potencial como renovadora de la economía actual.
Puede que el futuro del empleo pase por la búsqueda de nuevas industrias en sectores que aún suenan a ciencia ficción, o que los nombres de los nuevos puestos de trabajo se parezcan mucho a estos o más radical aún, que cambien para siempre las relaciones laborales tal y como las conocemos hoy, pero lo que es seguro es que si renunciamos a la tecnología como la base para crear los nuevos modelos de negocios del futuro estamos abocados a dar un paso atrás como sociedad.
Pablo Ayuso es el creador del blog Mi Macedonia (imperdible)