Cómo despedir a un trabajador conflictivo

En la trayectoria de cualquier empresa puede suceder que haya que lidiar con un trabajador conflictivo que haga la vida imposible a sus superiores o a los compañeros, rompiendo el ritmo de trabajo y disminuyendo, con su sola actitud, la productividad de la compañía. En ocasiones, la conducta de estos empleados problemáticos se vuelve tan insoportable que hay que tomar la decisión de prescindir de sus servicios. 

Si te preguntas cómo despedir a un trabajador conflictivo es que, probablemente, su actitud ya ha llegado a límites difícilmente soportables. En ese caso el despido es posible, siempre que esté justificado y puedas demostrar las causas de una manera objetiva, ya que de lo contrario puede ser calificado como un despido improcedente.

En cualquier caso, antes de proceder conviene mantener un diálogo con el trabajador, proponerle un cambio de conducta, y ofrecerle un periodo suficiente para que demuestre que ha dejado atrás sus malas prácticas.  

Características de un empleado problemático

Los empleados problemáticos pueden llegar a ser un escollo dentro de la empresa. Su actitud crea mal ambiente y pueden arrastrar su negatividad al resto de la plantilla. Hay múltiples características que pueden definir a un trabajador conflictivo. Entre otras, se encuentran las siguientes:

Todo el mundo pasa por malos momentos en su puesto de trabajo. Una falta puntual o una mala racha no significa ser una persona conflictiva. La compañía debe saber distinguir entre un trabajador problemático y un profesional que actúa de manera poco adecuada en un momento dado o por un hecho puntual. 

Cómo despedir a un trabajador conflictivo

Ante la duda de cómo despedir a un trabajador conflictivo lo primero que hay que hacer es establecer un primer diálogo con él. Se le explicará claramente y con firmeza cuáles son las actitudes que no gustan a la empresa. Y se le dará un tiempo para cambiar de forma de actuar.

Si pasado este periodo de prueba el trabajador insiste en sus comportamientos, lo mejor es despedirle, antes de que su actitud siga afectando negativamente a la empresa. El despido es posible, pero con justificación. Es decir, deben existir causas objetivas, que pueden estar centradas en, por ejemplo, ineptitud profesional sobrevenida, cambio de comportamiento a raíz de un acontecimiento, falta de asistencia al puesto de trabajo o reiteración en la no realización de sus tareas. 

Siempre que el despido se produzca por motivos justificados, será procedente. Una vez que la empresa ha decidido despedir al trabajador tóxico, no debe olvidar comunicárselo por escrito a través de una carta de despido y avisar con la antelación que marque la ley. 

En estos casos, ignorar las actitudes que plantea este tipo de trabajadores con el fin de que la situación cambie a mejor no sirven de nada, excepto para que se afiancen sus comportamientos. Por tanto, hay que actuar cuanto antes, especialmente si pensamos que el trabajador poco tiene que aportar a la organización. E incluso aunque el empleado resulte eficiente para la empresa, hay que plantearse si merece la pena poner en una balanza la eficiencia con respecto a su actitud.

Artículos populares

¡SÍGUENOS!

Salir de la versión móvil
Salir de la versión móvil