Las cosas suceden, de una manera u otra. Si bien esto significa que no hay nada predestinado, sí que es cierto que nuestros actos conforman y definen nuestro devenir. Decíamos, en la primera parte de este artículo, que la actitud ante las cosas tiene que prevalecer sobre la aptitud que tengamos para hacerlas. Y con esto no me refiero a que se tenga que dejar de lado la capacitación y la preparación. Todo lo contrario. Únicamente hay que reforzar el sentimiento de querer conseguir una cosa. Pero no hacerlo porque sí. Hay que ser conscientes de qué buscamos, y sobre todo, si es posible obtenerlo.
Las redes sociales son un elemento sustancial y fundamental de las nuevas relaciones sociales. Y esto es así porque con ellas tenemos la oportunidad de poder establecer contacto con personas que nos son completos desconocidos, pero que pueden aportarnos muchas cosas de bien.
En nuestro periplo por encontrar un empleo hay una serie de elementos que, desde siempre, hemos tenido muy en cuenta: la elaboración de un currículo y la redacción de una carta de presentación.
Por cuanto al currículo, hemos de tener en cuenta que, como todo, las cosas cambian. La manera de relatar las cosas cambia, aunque la fórmula en que se presentan suele ser la misma. Nuestro currículum es la forma en que nos damos a conocer profesionalmente. Es una herramienta fundamental con la que le decimos al responsable de la selección de una empresa en que somos buenos, y qué es lo que hemos estado haciendo laboralmente hasta ahora.
Suele decirse que el mejor currículo es aquel que es capaz de resumir en el menor espacio posible toda nuestra trayectoria profesional. Y que se valora más un currículo de una página de extensión, que uno de dos páginas. Así que… ¿Qué podemos hacer para poder detallar lo que una única línea tiene que resumir?
Aunque parezca paradójico, las redes sociales pueden ayudarnos a ello. Una de las leyes escritas del SEO (Search Engine Optimization) viene a decir que para tener un buen posicionamiento en las redes sociales hay que contar con un blog, redes sociales y usar vínculos de referencia. Lo que quiere decir que hay que tener algo en donde contar una historia, algo que ayude a difundirla, y algo que nos permita dotarla de valor (externo) que la haga más consistente (la historia).
En nuestro caso, la historia, no es otra que nuestra historia profesional, nuestro currículo.
Hace algún tiempo le comentaba a uno de mis alumnos de redes sociales (que quería reflotar un viejo blog que había publicado tiempo atrás) que para poder tener éxito no hay que ser ni rebuscado ni complicado. La respuesta a todo se encuentra en la simplicidad de las cosas. Si uno (como él) es especialista en el campo de la fotografía, lo suyo es escribir sobre consejos de fotografía a un nivel muy básico. Encuadres, la mejor opción de luz, trucos y consejos fáciles para retocar una fotografía o una imagen sin alterar la esencia de la composición…
Pequeñas cosas que demuestren que estamos capacitados, que tenemos conocimientos, pero sobre todo, que tenemos aptitudes para realizar ese trabajo.
Groucho Marx (actor norteamericano, 1890- 1977) decía que la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna… Y no le faltaba razón. Son los pequeños detalles lo que hacen que las cosas destaquen. Y cuanto más complicado es hacerse notar, más fundamentales se hacen.
Las redes sociales, por contar, deben de ayudar a difundir ese conocimiento. Han de ser los mensajeros de fortuna, que divulguen con pequeñas pinceladas, los éxitos que somos capaces de conseguir.
Y en esto, todos quienes buscamos empleo y trabajo, tenemos algo que contar y algo que decir. No hay clases de parados, ni tipo de mano de obra. Desde un ingeniero a un escayolista, desde un periodista a un carpintero.
Las actitudes son inherentes a la forma de ser de cada uno. Van implícitas en nuestro carácter, aunque también lo conforman y nos lo dotan de personalidad. Tiene que ver con las ganas con las que hacemos las cosas. Cuando nos ponemos en faena a hacer una cosa con verdadero interés.
Ésa es la actitud con la que debiéramos de hacer siempre todo a lo que nos enfrentamos cada día. Porque el éxito o el fracaso no depende de lo inteligente o listos que seamos. Depende del modo en que hacemos las cosas. Depende del interés con que la afrontamos.
Es más, para sortear grandes desafíos lo importante no es contar con enormes recursos. Sino planificar pequeñas estrategias que nos ayuden a sortearlos poco a poco. Para hacer un trabajo bien hecho, tan sólo falta ponerle un poco de interés. Pero del de verdad.
@AntonioVChanal
Coach y Formador en Redes Sociales