Francisco Lozano Winterhalder, experto en Sostenibilidad y Medioambiente.
De todas las etapas de cambio vividas por la humanidad hasta ahora, la presente es la más emocionante pero la más arriesgada. La naturaleza ha dicho basta y esa criatura inquieta y cuantas veces irresponsable que llamamos homo sapiens debe aprender de una vez a convivir con quienes le acompañan en el viaje cósmico de esta armónica nave que llamamos Tierra.
Es necesario aunar esfuerzos por parte del sector público, los ciudadanos de a pie y, por supuesto, del sector privado en aras a no tan solo tener futuro como especie, sino también a mejorar la calidad de vida de todos los seres humanos.
De los factores que han provocado el desequilibrio planetario, hay dos que parece que tardarán en dar sus frutos en ese sentido citado: el incremento de población, que no se estabilizará según los expertos de la ONU hasta 2050; y el consumo ausente de criterios de minimización de impactos que se dio en Occidente en décadas pasadas, y que ahora se practica en países emergentes.
Pero el gran reto del futuro inmediato tiene que ver con el tercer factor, la tecnología. Quien sea capaz de innovar, conseguir una mayor eficacia y eficiencia, conquistará los mercados de un nuevo mundo globalizado. Y no será por su militancia pro ambientalista, sino porque quien integre criterios básicos de sostenibilidad en todos los eslabones de la empresa tendrá como consecuencia la reducción de los costes de producción y distribución, la mejora de la cuenta de resultados y una imagen corporativa ante la sociedad sensiblemente mejorada. Y, es más, generando márgenes de beneficio suficientes para la creación de empleo, amén de las nuevas iniciativas que pueden surgir para los nuevos emprendedores.
En los más de cuarenta países donde he tenido ya el placer de hablar no paro de transmitir la idea de que la sostenibilidad es igual a ahorro y, éste, la mejora de la cuenta de resultado, lo cual anima a crear nuevos proyectos empresariales y de empleo. Los ejemplos de empresas triunfadoras en plena crisis por la inclusión de estrategias de gestión sostenible en su dinámica propia son numerosísimas: BBVA, Ferrovial, Telefónica… Y de gobiernos que miran a un futuro, que ya casi es presente, como el noruego, que acaba de elaborar un Libro Blanco para hacer de la sostenibilidad el motor de la economía.
Hagamos de este mundo, pues, un planeta mejor y, créanme, si aunamos esfuerzos y entendemos bien el procedimiento –sinérgico, a priori, con todos los sectores de la sociedad– habremos demostrado, no solo sensibilidad, sino también inteligencia. Quizás entonces ya mereceremos llamarnos homo sapiens.