Por Joaquín Lorente. Escritor y publicista. Conferenciante de Thinking Heads.

No son momentos fáciles para encontrar trabajo. Por eso, la forma de conseguirlo también debe ser distinta a cómo normalmente se  actúa en tiempos de abundancia. Asumir  una serie de principios y actuar como si fueran propios, sin la menor duda, reforzarán lo más decisivo, que es la fe en ti mismo. Porque si quieres conocer a tu mejor profesor de energía, sólo tienes que ponerte enfrente de un espejo y mirarte. Con un aliciente añadido: cargar de energía tu cerebro… ¡es gratis!

En un mundo en que el dinero es el instrumento más poderoso para poseer y disponer; en el que casi todo tiene precio y por todo hay que pagar, la capacidad que todo lo decide y dirige, el poder de pensar, es un don natural. Todos lo poseemos y, puesto que procede de la naturaleza, en su origen no cuesta  nada.

Primero. Asume que tienes que venderte. Cuando queremos convencer a alguien, lo que en realidad estamos haciendo es vender. Y vender es, por encima de todo, una transmisión de convicción.

Segundo. Si no ofreces un cielo, jamás tendrás creyentes. ¿Verdad que en más de una ocasión has sacado lo mejor de ti para seducir a alguien? Te vestiste de la forma que creías más agradable; te mostraste simpático, interesante, ingenioso. Y en su momento, ofreciste el oro y hasta el moro. Pues ahora tienes que hacer lo mismo para ‘ligar’ con tu empleador. Antes, te habrás ocupado de saber cosas de su empresa (Google lo sabe todo) y habrás trazado un plan con lo que puedes ofrecerle. No pidas, ofrece.

Tercero. El conocimiento es un motor parado. Lo que lo mueve es la actitud. Y para ganar; hay que desear enloquecidamente querer ganar, algo que en términos futbolísticos llaman «hambre de gol», que es algo que se sacia con esfuerzo, talento y sagacidad.

Cuarto. Lo peor del miedo es que te derrota sin luchar. Y no existe mayor congelador de nuestras neuronas que este huracán gélido llamado «miedo». Cuando el miedo nos invade, nos negamos a nosotros mismos, fulminando nuestro grandioso don de discernir y actuar. Esta crisis afecta a todos los que, como tú, optan a esa misma ocupación. Los que lo afronten desde el miedo o la desgana, estarán tratando de correr con una sola pierna.

Quinto. La suerte es el azar aprovechado. Por  eso, para tener suerte hay que estar constantemente atento y vigilante al azar, exactamente como hacen los mejores cazadores. Hay que tener las antenas del cerebro bien limpias y estiradas para poder cazar al vuelo aquel comentario, aquella casualidad o insinuación y actuar en consecuencia.

Sexto. Triunfar es convencer de que aquello que ofreces interesa. Los títulos, conocimientos y experiencias que puedas mostrar son tu historial, aunque es posible que otros no se aparten demasiado del tuyo. Por eso, en la decisión final del empleador, ante currículos parecidos, lo determinante es la actitud del aspirante. Y ésta es la suma de las cinco llaves que acabas de leer.

El éxito siempre se encuentra al final de una carrera de obstáculos repleta de exigencias, contratiempos, zancadillas e incomprensiones que hay que estar dispuesto a asumir y afrontar. La base de los podios está construida con materiales fundamentalmente humanos: tesón, esfuerzo y una inquebrantable voluntad. ¡Te deseo toda la suerte!