Licenciado en Economía. Tres años de experiencia en hostelería. Nueve meses trabajando como asesor de empresas. Incluso se ha ofrecido como conejillo de indias probando distintos tipos de medicación para una Clínica de Pamplona. Habla inglés e italiano. Conocimientos informáticos y de ofimática avanzados. Francisco Javier Cebollero es un joven zaragozano de 28 años. Como tantos otros españoles se encuentra en paro. Lo que le diferencia de todos ellos y por lo que ha captado la atención de los medios de comunicación es por su iniciativa, valor y originalidad: Francisco Javier ha estado expuesto en un escaparate junto a una oficina de empleo en busca de un puesto de trabajo.
A pesar de que en principio buscaba algún tipo de trabajo relacionado con la contabilidad, tesorería, consultoría o auditoría, tras el éxito mediático de esta iniciativa se está planteando muy seriamente dedicarse al mundo de la creatividad, el márketing o la publicidad. No en vano, algunas agencias se han acercado ya para mostrarle su interés y pedirle la tarjeta.
Lo ha denominado «campaña de publicidad personal». Francisco Javier se ha instalado en el número 1 de la Calle Santander, en Zaragoza, aprovechando que su madre y su tía se mudaban al local de al lado y todavía tenían pagado este hasta hoy 3 de septiembre. Allí, junto una oficina de empleo para rizar el rizo pasa el día viendo y siendo observando a la vez por los transeúntes. Como si fuera una de esas mercancías excepcionales a un precio extraordinario que expone cualquier establecimiento comercial, Francisco Javier se ofrecía a sí mismo.
Hace apenas unos minutos ha salido después de varios días del escaparate. Así lo contaba en twitter.
Sellando la cartilla del paro a 20 metros del escaparate, en la ceremonia del silencio. (@todosconfj) September 3, 2013
Si quieres saber más de su historia puedes visitar su página web donde tiene colgado su vídeo currículum y otros materiales.
El caso nos ha recordado inevitablemente al de Adam Pacitti que afirmaba en una inmensa valla publicitaria que se había gastado sus últimas 500 libras en aquél escaparate. Y rogaba, «Por favor, denme un trabajo”. Aquello llegó a ser al final tendencia.
O el caso de Enzo Vízcaino, aquél otro joven que cantaba su currículum en el metro de Barcelona en busca de un trabajo. Como ya hemos dicho en alguna ocasión, y a pesar de lo que digan la inmensa mayoría de titulares fáciles, el secreto del éxito de Francisco Javier (como el de tantos otros) no está en la forma que ha utilizado para publicitarse, sino en él mismo. Ha demostrado ser una persona con iniciativa, creativa, inteligente y valiente.