La semana pasada se celebró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, una fecha –el 8 de marzo– que reivindica los derechos que aún quedan por conquistar en cuanto a igualdad en el mundo laboral. Esta efemérides es la excusa perfecta para analizar, a grandes rasgos, la situación de la mujer trabajadora en nuestro país. Desde el inicio de la crisis, el papel de la mujer ha sido esencial para salvaguardar la economía doméstica. El «VI Informe del Perfil de la Mujer Trabajadora en España», elaborado por la consultora Adecco, ofrece un dato muy significativo: casi medio millón de amas de casa se ha incorporado al mercado laboral desde 2008 –200.000 de ellas solo el año pasado–. No hay más remedio: en España, ahora mismo, hay un millón y medio de hogares con todos sus miembros en paro.
Otro dato viene a reafirmar la tendencia: el número de mujeres mayores de 45 años que están trabajando ha aumentado un 7,5% desde hace un año. Es la única franja de edad que ha incrementado su ocupación. La cifra es de la consultora Randstad y es muy significativa, si tenemos en cuenta que se ha reducido un 0,7% el número de hombres de esa edad que trabaja.
Esto si hablamos de las amas de casa. Si subimos a las altas esferas del mundo profesional, las cosas siguen como siempre; es decir, mal. En España, las mujeres directivas cobran un 18% menos que sus colegas hombres. Son datos de un informe de la consultora Mercer, que ha analizado 264.000 puestos directivos de 41 países europeos. Las mujeres siguen sin despegar en puestos directivos. ¿Las causas? La maternidad y la media jornada para conciliar la vida laboral y familiar pasan factura. La mujer se pierde muchas cosas en unos años esenciales para la carrera profesional, sin contar con que los trabajadores a media jornada «pueden ser considerados en algunas empresas como menos leales y comprometidos», dice Rafael Barrilero, socio de Mercer. A ello se añade la segregación ocupacional. Las mujeres suelen ocupar puestos de soporte, como Recursos Humanos y Marketing, mientras que ventas y operaciones, por ejemplo, suelen estar asignados a hombres. Los primeros suelen considerarse menos esenciales dentro de la empresa y suelen estar peor remunerados.
Las empresarias aguantan
En España, solo uno de cada tres autónomos es mujer –el 34,2% del total de trabajadores registrados en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos–. Sin embargo, han aguantado infinitamente mejor la crisis que los hombres: desde mayo de 2008 el número de autónomos varones ha registrado un descenso del 12,4%, frente al 5,2% de las mujeres.
Pero a una nueva empresa hay que dedicarle mucho tiempo. ¿Cómo andamos de conciliación en España? Pues es un concepto algo ficticio. Ellas trabajan, sí, pero también se encargan del cuidado de los hijos y de las tareas domésticas. El informe de Adecco pone de manifiesto que más del 22% de las mujeres que tienen un contrato a tiempo parcial, lo han elegido para poder hacer frente a las tareas familiares, frente a poco más del 1% de los hombres que expresa esta razón para tener un contrato a media jornada.
Con la reforma laboral, esta situación podría empeorar. Al menos, así lo cree Àngels Valls, profesora del Departamento de Dirección de Personas y Organización de ESADE. Uno de los objetivos de la nueva norma, la flexibilidad interna de las empresas –poder realizar cambios en la jornada, los horarios o los turnos libremente–, puede repercutir negativamente en las trabajadoras: «Estos cambios pueden tener un mayor impacto en la mujer que en el hombre, si esta sigue asumiendo, además de responsabilidades laborales, un mayor peso en el reparto de las tareas del hogar».
Anna Laborda, también profesora de Economía de ESADE, zanja el debate: «La conciliación de la vida laboral y la personal sigue siendo, de momento, una guerra perdida para la mujer».