Juan Antonio Raga

Por Juan Antonio Raga, Director del Parque Científico de la Universidad de Valencia

A nadie se le escapa que en el contexto económico actual se hace más necesaria que nunca la modificación de algunas estructuras del conocimiento, la generación de empleo de calidad y el desarrollo social. El fomento de la colaboración entre la iniciativa pública y la privada, entre la empresa y la universidad, entre la innovación y el empleo, entre las ciudades y los centros de investigación…., se han convertido en máximas indiscutibles para cumplir y fomentar.

En nuestro país existen varios Parques Científicos, como el Parque Científico de la Universidad de Valencia, como forma de colaboración que vincula la investigación universitaria, el potencial científico y el sistema productivo, en aras de la promoción de los procesos de innovación, el avance tecnológico y un mercado laboral más cualificado y exigente. Los Parques Científicos permiten un ahorro de costes en servicios comunes a la vez que facilitan la sinergia con diversas empresas, gracias a estructuras de economía que facilitan el “networking” de clientes, proveedores o intermediarios. Asimismo, las iniciativas que promueven se pueden beneficiar de alternativas de financiación, fondos de inversión, acceso a capital riesgo y redes de inversores, convocatorias públicas de I+D+i, subvenciones, ayudas para empresas, y un largo etcétera de posibilidades.

Ha llegado el momento de acortar los pasos entre la generación de ideas y la aplicación de soluciones y su experimentación, mejora y retorno visible de la inversión. En esta labor cabe destacar las ventajas de un Parque Científico, como lugar con mejores productos y servicios, un desarrollo más sostenido y armónico con el entorno y las ciudades, y una economía que da más seguridad a empleados y empleadores. Este último punto es así porque la evidente orientación al empleo de calidad y servicio hacen que un Parque Científico abra su abanico al máximo número de posibilidades, a fin de propiciar un desarrollo amplio de un modelo económico sólido basado en la investigación y el rigor.

Los Parques Científicos ya están siendo impulsados en la actualidad por numerosas universidades, con el propósito de multiplicar las experiencias reales de desarrollo de la Economía del Conocimiento. Ya hemos comentado que en estas infraestructuras se agrupan equipos humanos científicamente muy cualificados y empresas innovadoras, dedicadas a actividades con un alto componente en investigación y desarrollo. Ellos han hecho ver la luz a novedosas infraestructuras científico-técnicas para la realización de medidas, estudios, pruebas, ensayos o análisis para las empresas, así como de servicios de gestión, promoción, apoyo y asesoramiento a cualquier forma de transferencia de conocimientos, tecnologías o procesos.

En España, poco a poco, el volumen de actividad de los Parques está pasando de ser simbólica a relevante. Una Economía basada en el Conocimiento se va reforzando día a día, retroalimentándose y posibilitando una atmósfera de mayor cooperación, respeto y compromiso. Porque la conjunción de Parques Científicos y Economía del Conocimiento fomenta y promueve una sinergia posible y real de innovación y empleo para afrontar la actual crisis.