El mundo laboral está empezando a cambiar de una manera radical y este cambio se nota cada día más. La relación entre empresas y trabajadores ya no es la misma. Hay factores, como los años de recesión mundial, la globalización y el desarrollo en tecnologías de la comunicación, que han impulsado una gran transformación.
Todavía queda mucho de la vieja estructura, pero está empezando a mudar la piel para adaptarse a sistemas más ágiles y eficientes. La forma de concebir el trabajo es distinta, y los métodos de reclutamiento y los espacios deben adaptarse a esta metamorfosis.
Una nueva forma de entender el trabajo
Que se haya definido lo que es el presentismo es uno de los síntomas que indican que algo está cambiando. La productividad ya no significa pasarse un mayor número de horas en la oficina. Lo que se valora cada vez más es conseguir cumplir objetivos y llevar a cabo proyectos.
Tampoco es necesario que el trabajo lo realicen empleados de la compañía. Pueden realizarlo profesionales independientes o empresas especializadas. El outsourcing está ya a la orden del día. Las ventajas que proporciona el contratar un servicio y olvidarse de pagar seguros sociales o de mantener a un empleado en temporadas en las que no se requiere su actividad son el caramelo que parece que están empezando a saborear los empleadores. Sin embargo, deben adaptar sus formas de gestión y dirección para no encontrase con un caramelo envenenado:
- Hay que estar dispuesto a soltar cuerda y dar autonomía.
- Hay que ofrecer varios tipos de herramientas: para facilitar el acceso a la documentación de la compañía, para reducir con éxito la necesidad de presencia física, para compartir proyectos en la nube o para establecer una buena comunicación interna, por ejemplo.
- Hay que hacer un esfuerzo por no perder la entidad de la empresa y que el trabajo realizado lleve la marca de la casa.
En cuanto a los trabajadores, deberán adaptar su forma de trabajo hacia una autogestión del tiempo para llevar a cabo los objetivos que se le hayan asignado. Tendrán que medir su propia rentabilidad y no solo lo harán en dinero, sino también en horas que dedican a una tarea. Deberán acostumbrarse a una evaluación más exigente por parte de la empresa-cliente y a que se sea menos comprensivo con su situación personal. Pero a la vez ganarán flexibilidad para poder distribuir el tiempo en función de sus necesidades particulares y conseguirán la autonomía que muchos están buscando.
Será cada vez más frecuente que una misma persona trabaje para más de una empresa. Hay dos peligros que habrá que resolver. Para el empleador, mantener la confidencialidad que requiere su actividad y, para el trabajador, conseguir que los acuerdos laborales no reduzcan al mínimo sus derechos sociales.
Adaptar los recursos humanos
Los empleadores deben tener en cuenta una serie de cuestiones fundamentales a la hora de seleccionar talento y mantenerlo ligado a la empresa:
- Que los nuevos perfiles se adecuen a una flexibilidad laboral y que tengan competencias en idiomas.
- Que los profesionales externos y las empresas de ousourcing se involucren en la compañía.
- Que los empleados se desenvuelvan bien con las nuevas formas de comunicación.
- Que los trabajadores se encuentren a gusto con las posibilidades de conciliar su vida profesional y personal, sin que el trabajo interfiera en el área doméstica.
El espacio se redefine
Hay que empezar a pensar que la mayor parte de la plantilla no permanecerá físicamente ligada a la empresa. Se trabajará desde distintas localizaciones geográficas y serán de gran ayuda los espacios colaborativos, que pueden actuar como minisedes de la compañía. Las nuevas formas de arrendamiento en lugares de coworking hacen que esta posibilidad esté disponible tanto para pymes como para grandes grupos.
Gracias a multitud de herramientas colaborativas, como redes sociales, videoconferencias, espacios de almacenamiento y software en la nube, es posible salvar la barrera de coincidir en un espacio físico. Las aplicaciones y los servicios se van ampliando y perfeccionando para dar respuesta a situaciones que al principio resultaban pesadas y poco funcionales.
Nuevas formas de entender las relaciones laborales está empezando a asentarse. No es más que una respuesta operativa que se adapta a las necesidades que están empezando a surgir. No hay que tenerle miedo y es preferible ir modificando algunos parámetros para no quedarse estancado. Sin embargo, hay que anticiparse a los inconvenientes que trae consigo este gran cambio y tratar de dar una solución satisfactoria tanto para empleadores como para trabajadores.