Ha llegado el momento. Después de décadas sumergida en calvarios reguladores y un largo proceso de adaptación docente, la universidad española vuelve a estar lista para responder a la llamada de la sociedad. Pero ésta no es de reconciliación, como en épocas anteriores, sino muy distinta, de auténtico socorro, ya que a nuestra Educación Superior se le ha encomendado la difícil tarea de sustentar el nuevo modelo socioeconómico a través  la agregación estratégica de instituciones y el desarrollo del conocido triángulo del conocimiento (docencia, investigación e innovación).

Recuperadas del esfuerzo para converger con Europa, las 72 universidades españolas se encuentran ahora en plena ‘Estrategia 2015’, diseñada por la secretaría de Estado de Universidades y donde el Campus de Excelencia Internacional (CEI), su principal apuesta, supera la frontera de Educación y alcanza a otras carteras como las de Ciencia e Innovación, Vivienda e Igualdad, además de involucrar a un extenso número de Ayuntamientos, comunidades y organismos públicos. El CEI, que no es uno sino decenas de proyectos, aspira a transformar cada universidad en el núcleo académico, científico, emprendedor e innovador de la localidad donde se emplace con la complicidad de su entorno. Y, entre todos ellos, construir un paradigma productivo diferente que impulse el empleo de alta cualificación y la creación de empresas.

En el corazón de la región

En la actualidad ya se encuentran en funcionamiento cinco CEI y cuatro ‘CEI Regionales’. Para su desarrollo, y el de otros nueve que consiguieron la denominación de ‘CEI Prometedor’ el Ministerio de Educación dispuso una dotación de 200 millones de euros en calidad de subvenciones extraordinarias el año pasado. Ayudas que se verán incrementadas en un 50% en la nueva convocatoria del proyecto, que se cierra mañana, y a la que volverán a concurrir muchas universidades españolas, bien de forma individual, bien —más que el año anterior— de manera conjunta.

Porque la unión hace la fuerza, y más si la suma nace de la propia Educación Superior. Un ejemplo claro de esta afirmación lo podemos encontrar en el Barcelona Knowledge Campus, que reúne a las universidades Politécnica de Cataluña (UPC) y de Barcelona (UB) con el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio de esta ciudad, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Generalitat de Catalunya. Entre todos, 227 hectáreas, 16 centros docentes, 23 centros de investigación, dos parques científico-tecnológicos… y una meta común: «Cambiar el modelo económico y productivo». Mireia de la Rubia, gerente del Parque Científico de la UPC y una de las responsables de este CEI, apoya la razón de ser de este proyecto en el completo abanico de oferta académica y de investigación de ambas instituciones de Educación Superior y el apoyo de sus ‘partners’ para impulsar unos viveros de empresas que ya han dado origen a 47 ‘spin-off’ y 192 patentes. «El 80% de los puestos que se generan en estas iniciativas son de alta cualificación y el número de contratos de transferencia, muy elevado; además, nuestras infraestructuras de apoyo a la investigación no son de uso académico exclusivo, sino que se ponen al servicio de la sociedad y la empresa», comenta De la Rubia mientras hace un fuerte hincapié en la sostenibilidad y accesibilidad de este nuevo concepto de campus: «Queremos que sea integral, comprometido con el entorno».

La agregación de universidades no es la única seña de identidad de un CEI. Sin ir más lejos, el resultante de sumar la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), apuesta por la vinculación con su ámbito de influencia y, por eso, cuenta con el apoyo de, entre otros, el Parque Científico de Madrid, los Institutos Madrileños de Estudios Avanzados y muchas de las asociaciones empresariales y ayuntamientos de la zona norte de esta Comunidad. Un entorno que demanda una formación ‘diferente’, más cerca del mercado laboral y de la investigación: «El liderazgo socioeconómico pasa por posgrados de un carácter más profesionalizante —comenta José Dorronsoro, vicerrector de Innovación, Transferencia  y Tecnología de la UAM— pero, también, y cada día más, por la formación e incorporación a nuestro entorno de doctores y tecnólogos de formación sólida y dominio de técnicas avanzadas». La propuesta del UAM + CSIC en este sentido es como la de la Universidad Carlos III o la del Campus de la Moncloa —que une Politécnica y Complutense de Madrid— y que no es otro que ser un referente del ‘longlife learning’ [educación a lo largo de la vida]. «Estas convocatorias son, en el fondo, el reflejo en España del esfuerzo de muchos países por crear un grupo de universidades de excelencia asimilables a las mejores instituciones norteamericanas», concluye Dorronsoro.

Referentes y especializadas

Pero no todas las apuestas de CEI vienen de las universidades públicas —Pompeu Fabra, Deusto o Navarra, accedieron a cerca de 10 millones euros en ayudas para sus proyectos en la primera convocatoria—, ni se circunscriben a un ámbito territorialmente acotado para alcanzar la excelencia. Prueba de ello es el Campus Agroalimentario, CEI regional en 2009, que reúne a la mayoría de las universidades andaluzas y que este año volverá a presentar proyecto, o la iniciativa que también se presenta mañana de las universidades CEU San Pablo, que ha centrado su apuesta en el ámbito del Derecho con la colaboración de los ayuntamientos de las ciudades donde se emplazan sus centros (Herrera Oria, en Barcelona; San Pablo, en Madrid, y Abat Oliva, en Valencia) y los principales despachos. «Las grandes lo tienen más sencillo —comenta Pedro Robles, coordinador del Campus de Excelencia Internacional CEU—, pero creo que es, sobre todo, una cuestión más de especialización, de que las universidades nos sentemos a valorar nuestras fortalezas».