Elena Dinesen, directora de recursos humanos de Microsoft Ibérica
Trabajo para una compañía que seguramente es uno de los mejores ejemplos de la Sociedad del Conocimiento, en la que los activos materiales han dejado de tener importancia y donde los intangibles son los valores que aportan el auténtico valor. El talento es, sin duda, el auténtico rey, y la capacidad de la organización para encontrarlo y retenerlo -este donde esté- es la clave de su éxito. Y ese «esté donde esté» es lo que quiero pararme a analizar.
La verdadera inteligencia empresarial se demuestra con la capacidad de descubrir y atraer el talento entendiendo, valorando e incorporando las diferencias que hacen únicos a cada uno de los empleados. Esto es, contando con una estrategia de gestión de la diversidad a largo plazo que busque incorporar a la organización diferentes enfoques, diferentes formas de pensar, de entender y de actuar, atendiendo a todas las realidades y que este talento diverso y a largo plazo permita a las empresas afrontar los retos que les plantee el futuro.
La herencia histórica y cultural de nuestro país no ha ayudado a que la «diferencia» sea gestionada como un elemento positivo para los negocios. A la hora de seleccionar candidatos, se suele caer en la trampa de buscar lo que es cómodo y conocido en lugar de elegir a profesionales con la mejor combinación posible de competencias y complementariedad. Esto no contribuye en absoluto al fomento de la diversidad y sí a que discriminaciones tan incomprensibles en el siglo XXI como la de género no hayan sido erradicadas.
Desarrollar un programa orientado a garantizar la diversidad y la inclusión es una labor profunda que requiere trabajar en, al menos, tres vertientes: la forma de plantear el reclutamiento y la selección, el desarrollo de planes de carrera que garanticen el crecimiento profesional de los empleados y empleadas y el establecimiento de políticas de flexibilidad que hagan más fácilmente compatible la realidad vida personal/vida profesional.
La gestión de la diversidad no es un asunto superficial. En Microsoft llevamos años dedicando un importante esfuerzo a este tema, y venimos corroborando en cada ejercicio que la diversidad del equipo que compone la compañía tiene un notable impacto sobre los resultados. Por ello, la gestión del talento diverso es, ante todo, una responsabilidad de cada uno de los directivos de la compañía. Puesto que los clientes cada día son más diversos, sólo garantizando que la diversidad está integrada en los productos y servicios que ofrecemos contribuiremos a aumentar la satisfacción de los clientes y fomentar una percepción diversa y transformadora de la empresa.