Amaia Salamanca, actriz
Éste es el primer curso que Amaia Salamanca (Madrid, 1986) no se ha matriculado en la universidad. No ha sido por falta de ganas de acabar su carrera, Administración y Dirección de Empresas y Derecho, sino porque sus proyectos profesionales no le han dejado un minuto libre: «Me era imposible compaginarlo todo, pero me gustaría poder acabar mis estudios, primero por mí y, luego, porque nunca se sabe lo que puedes aguantar en este mundillo». A finales de 2009 murió, literalmente, Cata, su personaje en ‘Sin tetas no hay paraíso’ que la llevó a la fama pero, desde entonces, se ha multiplicado su trabajo. Desde enero está girando con la obra ‘La Marquesa de O’ y acaba de estrenar en la gran pantalla ‘Tensión sexual no resuelta’.
¿Cuál fue su primer empleo remunerado?
Fue de buzoneadora. Repartía propaganda por los buzones y, si no recuerdo mal, gané unas 10.000 pesetas. Después he tenido muchos otros trabajos temporales: camarera, canguro, profesora de clases particulares…
Su primer papel le llegó cuando estaba en la facultad, ¿cómo lo vivió?
Mientras estaba en la universidad, estudiando ADE y Derecho, me metí en una agencia de modelos y empecé a hacer algún anuncio, pero de repente me llamaron para un ‘casting’ [para ‘SMS’, una serie emitida en La Sexta]. Mi primer ‘casting’ y no se me ocurrió otra cosa que llegar una hora tarde porque estuve a punto de no presentarme.
¿Por qué? ¿No pensaba en ser actriz?
No, no. Hasta que no hice bastantes capítulos —’SMS’ era una serie diaria— no me empezó a picar el gusanillo.
En alguna ocasión se ha definido como «inexperta profesional», ¿se sigue viendo así?
Es que estoy empezando. Pero desde 2006 no he parado, he hecho televisión, cine, teatro e, incluso, doblaje para una peli de animación. Creo que estoy en la fase de aprender todos los días de mi trabajo, pero si siguiera siendo tan inexperta no continuaría trabajando.
¿Qué momentos han sido decisivos en estos cuatro años?
Está claro que mi trampolín ha sido ‘Sin tetas no hay paraíso’, quizá sin el papel de Cata no habría llegado el resto, pero he de decir que a todos mis trabajos les tengo muchísimo cariño. Hasta ahora casi todo han sido ‘primeras veces’.
Entre esas primeras veces está su debut en teatro con ‘La Marquesa de O’, ¿cómo está viviendo esta experiencia?
Al principio estaba muy nerviosa, tenía miedo a quedarme en blanco, a tropezarme… Pero en seguida, y gracias a compañeros como Juanjo Otegui o Tina Sainz, me siento muy a gusto y disfruto de cada función.
¿Hasta qué punto son importantes los compañeros?
Aunque no lo parezca, el trabajo de actor no es nada individualista. Depende mucho de a quién tienes delante para transmitir de verdad. Después de mi primer papel, me imponía mucho trabajar con gente con experiencia, pensaba que no me tomarían en serio. Por ejemplo, ahora en el teatro ni siquiera yo sabía si era capaz de emocionarme y emocionar al público. Pero ellos me han ayudado, me dan consejos, confían en mí.
¿Qué queda de la universitaria que casi no se presenta a su primer ‘casting’?
Sigo siendo esa chica. Todo en mi vida es igual. Aunque de puertas para afuera sí ha cambiado; no es fácil hacer una vida normal cuando quieren saber todo de tu vida privada.
Todavía no ha cumplido los 25, ¿dónde cree que estará dentro de unos diez años?
Me encantaría poder vivir de mi trabajo como actriz, pero prefiero no pensar en un futuro concreto, lo que tenga que venir, vendrá.
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