Elena Gil García: «No me molestan las cuotas; en eso, quizá soy una conversa»

 

Desde el pasado mes de noviembre, el Consejo de Administración de Jazztel roza la paridad que recomienda la Ley de Igualdad. Tras un proceso de selección que se prolongó cinco meses, cuatro nuevas consejeras independientes se sumaron al órgano de gobierno de la operadora, que lleva a gala ser la empresa española con mayor porcentaje de mujeres —el 50% si se excluye al presidente— en su Consejo de Administración.

Elena Gil García, madrileña de 46 años, es uno de los cuatro fichajes de Jazztel. Se colocó a los 18 años en Caja Madrid  —»empecé cogiendo teléfonos, en un puesto de auxiliar administrativo»— y hoy dirige el Área de Educación y Medio Ambiente de la Obra Social de la entidad financiera. «Han sido 28 años de mucho trabajo y esfuerzo», resume una mujer que se licenció en CUNEF mientras hacía carrera en la Caja y hoy aporta a Jazztel su experiencia en marketing y finanzas. «Cuando uno llega a un Consejo de Administración tiene que, con humildad, preguntar y escuchar mucho para, después, poder ayudar», dice Gil, que se muestra partidaria de profesionalizar la entrada en los consejos para «acceder a todo el talento disponible en el mercado». «Desde el gobierno corporativo se tendrá que abundar en la definición de los requisitos mínimos para abordar determinadas funciones. Como pasa en los procesos de selección al uso, para los puestos de responsabilidad sería interesante pedir currículum y disponer de varios candidatos entre los que elegir. Aunque entiendo que, para determinados puestos, la confianza es importante».

Proceso de selección

En su caso, la entrada en Jazztel se hizo de acuerdo a un riguroso proceso de selección que empezó por una primera entrevista en ExcellentSearch —donde cuentan con un división especializada en la búsqueda de candidatas a consejos de administración— a la que siguieron otros tres encuentros con distintos miembros de la cúpula de la operadora, que quería renovar su consejo con mujeres. «Es bueno incorporar aspectos de diversidad. Porque, cuando una empresa es capaz de manejarla, recoge de manera más exacta las demandas de la sociedad y está mejor preparada para un mundo global. Pero la diversidad es también un tema de edad, orígenes, trayectorias… no sólo de sexos», ataja Gil, que, sin embargo, no se manifiesta en contra de las cuotas. «No me molestan. En esto, probablemente yo sea una conversa. Hace 10 años hubiera dicho que siempre hay que buscar el talento. Pero nos tenemos que plantear por qué, después de más de 30 años formándose, el talento de las mujeres no llega a los órganos de máximo nivel de las empresas. Hay que ser un poco más solidarios».

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