Javier Fernández Aguado, socio director de MindValue

No son pocos los que han definido a Javier Fernández Aguado como «hombre del Renacimiento». La publicación de más de treinta libros en solitario, los más de ciento cincuenta títulos que analizan sus propuestas y pensamiento y algunos premios tan importantes como el Peter Drucker, un galardón estadounidense a la innovación en ‘management’ o el Manager Forum Thinker, que reconoce al español que más aportaciones ha realizado al ámbito de la dirección de personas, avalan este calificativo y dejan claro que el oficio de este madrileño, que aún no ha cumplido los cincuenta, es el de pensador. Un pensador que confiesa que desde hace años devora tres libros a la semana y que es miembro del exclusivo club de expertos Top Ten Management Spain.

Sus reflexiones, las pasadas y las que están por llegar, acerca de la dirección, la felicidad, la soledad o la ética dentro de la empresa serán el hilo conductor del I Symposium Internacional sobre el pensamiento de Javier Fernández Aguado, que se celebrará el próximo 25 de febrero en Madrid, enmarcado en Expoelearning.

Queda un mes para que tenga lugar el symposium sobre su pensamiento. ¿Cómo surgió esta iniciativa?
El motor del encuentro es un grupo de empresarios catalanes que conocen mis libros y mis propuestas. Ellos conocían este tipo de eventos en otras partes del mundo, pero llegaron a la conclusión de que en España este tipo de eventos sólo se hace cuando la persona ha muerto o está a punto… En concreto, fue el presidente de AEFOL, Josep Lozano, quien me propuso el proyecto, y él es el impulsor al 100%.

Parece que la literatura y la investigación sobre el mundo de la empresa ya ha calado en nuestro país, pero ¿en qué momento diría usted que se encuentra esta disciplina?
Como en todos los ámbitos, estamos en un momento de remanso. Hubo una gran euforia, pero luego llegó la crisis… En ‘management’, hay grandes intelectuales en Estados Unidos, en Francia, en Alemania y, gracias a Dios, también en España hay una serie de personas que está haciendo el esfuerzo de pensar cómo van a ser las empresas en el futuro. Junto a ellas, lo mismo en América que aquí, hay gente que se dedica a cortar y pegar, a repetir ideas… Y es estupendo porque tiene que haber de todo, pero creo que el pensamiento tiene que ir por delante de la realidad.

¿Sobre qué aspectos es más necesario que nos paremos a reflexionar?
Algunos son estrictamente técnicos y otros, éticos. En mi opinión, esta crisis tiene mucho que ver con esa falta de equilibrio que ya describiera Aristóteles. Hay que recuperar el equilibrio razonable. A mí me gusta decir que una empresa tiene dos objetivos: la eficiencia económica y la social. Si la organización centra su interés en los resultados financieros, destrozará a su gente, y viceversa.

Y, en esta tarea, además de los libros, de los grandes pensadores, ¿qué nos puede ayudar?
Yo utilizo un lema: ‘Nova veteris augere’ [hacer nuevo lo antiguo]. En gran parte, el trabajo de los que nos dedicamos a pensar es aprender del pasado para traer al presente lo mejor de lo sucedido. Por ejemplo, el caso Madoff se encuentra exactamente igual en la Roma clásica. Y no es algo único. En unos días aparecerá mi nuevo libro, ‘Templarios: enseñanzas para organizaciones contemporáneas’, donde analizo cómo se seleccionaban los líderes de esa orden, cómo despedían, cómo lo gestionaban… Es muy importante saber que viviremos mejor y diseñaremos mejores organizaciones si aprendemos del pasado.

Tres títulos imprescindibles…
Aunque sea más arduo, más vale leer un buen libro de un autor de referencia que cien cositas de aeropuerto. En este sentido son imprescindibles ‘Ética a Nicómaco’ de Aristóteles; ‘La educación del príncipe cristiano’ de Erasmo de Rotterdam, y ‘Meditaciones’ de Marco Aurelio

Acaba de ser nombrado jefe del área de Deontología en el IEB. ¿Qué papel juega la ética en la empresa?
La ética, para mí, es un conjunto de reglas que facilita el camino a la felicidad. Evidentemente, hemos vivido una moratoria ética, pero ahora hay un clamor por recuperar ese sendero. Una empresa debe hacerse cinco grandes preguntas: qué vendo, a quién se lo vendo, por qué me compran, durante cuánto tiempo y cuánto gano. De ellas, la más importante es ‘por qué me compran’. Dicho de otro modo, ‘¿cuáles son mis ventajas competitivas?’. La moratoria ha hecho que esta pregunta haya sido sustituida por ‘¿cuánto gano?’. La ética nos recuerda, una vez más, que el equilibrio es imprescindible.