Factuales, conceptuales, procedimentales y actitudinales. El consultor Íñigo Babot divide en cuatro tipos los conocimientos que se imparten en las empresas y a cada uno atribuye distintas posibilidades de enseñanza a través de Internet. A los factuales, que tienen que ver con los hechos que hay que memorizar —ya sea la lista de los reyes godos, un tema de legislación o de contabilidad—, les atribuye unas posibilidades infinitas. «En una pantalla puede haber animaciones y otras herramientas que fomenten mucho más el recuerdo. Para estos contenidos es claramente superior la formación virtual», asegura Babot.
Pero, ¿cómo explicar qué significa ser un buen servidor público o tener una empresa competitiva? En el caso de los conceptos, que son más abstractos, el consultor es partidario de recurrir a un profesor, aunque sea como apoyo.
Redactar un acta, detener un sospechoso o hablar por teléfono son procedimientos. A juicio de Babot, la mayoría de ellos, a no ser que tengan un componente físico, se puede aprender muy bien a través de la Red. «Todos los contenidos comerciales, de “marketing”, y no digamos los administrativos, tienen en Internet un aliado muy potente».
Por último, Babot se detiene en las actitudes que, como el liderazgo, la gestión de equipos o la comunicación, tanto tirón tienen en la demanda formativa de las empresas. «Esos contenidos sí que requieren clases, porque tienen un componente emotivo o de afectividad que el alumno necesita ver ejemplificado en el profesor».