La salida de trabajadores es una realidad que toda empresa debe afrontar antes o después. Cuando recibes la noticia de la marcha de un empleado es a veces un trago amargo, pero también puede representar una oportunidad para tu compañía. Aquí repasamos las gestiones que tienes que tramitar cuando un trabajador decide tramitar su dimisión y romper la relación laboral.
¿Qué es la dimisión?
Jurídicamente, la dimisión es un desistimiento libre por el que, sin otra justificación que su propia voluntad, un empleado pone fin a una relación contractual obligatoria de forma unilateral. En pocas palabras, es una renuncia voluntaria al trabajo por parte del trabajador.
Puede expresarse en forma explícita o tácita; pero, debido a su carácter extraordinario, es imprescindible que esta voluntad sea manifestada de manera terminante e inequívoca. Así, por ejemplo, la ausencia temporal, aunque prolongada, de la empresa no puede entenderse como desistimiento si no va acompañada de una voluntad clara y manifiesta de cesar definitivamente en el trabajo.
¿Cómo debe gestionar RRHH una dimisión?
En primer lugar, es importante que desde el área de recursos humanos evalúes las razones que han llevado al trabajador a tomar la decisión. Interésate también por sus necesidades y aspiraciones, y valora sus cualidades y su aportación a la empresa. Es posible que aún haya solución y que podáis llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes.
En cualquier caso, su opinión podrá ofrecerte información muy valiosa. En especial si su decisión está motivada por las condiciones laborales o por aspectos concretos de la empresa o el equipo. Tendrás la oportunidad de cambiarlos para mejorar la satisfacción del resto de empleados y evitar así nuevas fugas.
Trámites administrativos
Si la decisión del trabajador es irrevocable, el equipo de recursos humanos debe cubrir su puesto de inmediato. Convierte la pérdida en un nuevo reto: quién sabe, tal vez descubras la posibilidad de sustituirlo con un perfil diferente. Puedes utilizar los servicios de Infoempleo para encontrar los candidatos que más se adecuan a la vacante.
También conviene que solicites al empleado un informe de todas las actividades realizadas en el último mes y, además, las que le quedan pendientes, los datos de acceso a sus cuentas y sistemas empresariales.
Una vez firmado el documento de baja, el siguiente paso que debes dar es determinar el monto del finiquito, redactar el certificado de empresa para enviarlo al Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y, por último, tramitar la baja en la Seguridad Social, en un plazo de tres días naturales desde el cese de la actividad laboral.
¿Es necesaria la carta de dimisión?
El proceso de baja voluntaria comienza con el preaviso del empleado, con el que comunica a la empresa su marcha. Por ello es importante que aparezca con claridad la fecha de comunicación y la fecha del último día de trabajo. Lo habitual es recibir una carta de baja voluntaria por escrito, con dos copias. Aunque no es obligatorio, es recomendable que solicites al trabajador que firme un documento de baja, para protegerte ante una posible demanda de despido.
El preaviso tiene como fin otorgar a la empresa el tiempo suficiente para sustituir al trabajador sin que la actividad se vea afectada. El plazo está regulado por el convenio colectivo correspondiente o bien por el contrato. Si no se indica en estos documentos, el trabajador normalmente tendrá que avisar 15 días antes de su marcha.