Jesús Hermida, periodista
La historia del periodismo contemporáneo en España sería otra si Jesús Hermida (Huelva, 1937) no hubiera seguido al pie de la letra su lema de «ser uno mismo», pero afortunadamente no fue así. Hoy, «con montones de cosas por hacer», vuelve a ser protagonista gracias a la Escuela de Presentadores de Televisión que lleva su nombre en el Instituto de las Artes de la Comunicación (Tracor).
¿Qué hizo en su primer empleo remunerado?
Rellenar recibos de la contribución a Hacienda, con 16 años. Necesitaba 300 pesetas para el billete de tercera Huelva-Madrid. Después estuve en una oficina de personal. Eran otras 700, que me daban para pagar la pensión mientras estudiaba periodismo, mi vocación desde pequeño.
¿Dónde comenzó su andadura profesional?
En ‘Signa’, el semanario de Acción Católica. De allí conservo el recuerdo más grato. Fue mi primera redacción. Nos pagaban ‘cuatro perras’, pero nos daba la posibilidad de ser contestatarios… Bueno, lo que podíamos, eran los cincuenta.
¿Qué lecciones aprendió en esa primera etapa?
Que hay que empezar desde abajo. Eso de salir de la facultad y querer ser corresponsal en Nueva York… En mi caso, mi primera publicación fue un pie de foto. Después, llegó Europa Press, ‘Actualidad Española’ y ‘El Alcázar’, en la órbita del Opus Dei, donde llegó un momento en el que tuve que elegir entre cierta ideología y yo.
La primera vez que se marcha de un medio de comunicación, también lo hizo de ‘Pueblo’…
Al margen de las connotaciones políticas, era el más vibrante. Toda la generación de periodistas de los sesenta estaba allí. Fue mi gran oportunidad pero, como ya empezaba a ser habitual en mí, hubo una situación deterinada y…
¿Y cómo entró en TVE?
Tenía un desprecio infinito a la televisión, pero había que sobrevivir. Pepe Casas, director de Informativos, me tendió una trampa y me metió en un estudio. Poco después, me propusieron viajar a Nueva York.
¿Fue la llegada a la luna uno de sus mejores momentos?
Empecé en el 68, todo aquel año fue ya un acontecimiento: Vietnam, Luther King… La luna, en el 69, fue un gran reto porque me preocupaba la calidad de la retransmisión, no la trascendencia del momento. Luego, cuando salí de la NASA y miré al cielo, grité: «¡La leche!».
En el 78 regresa a España y sigue con la televisión…
Mi país estaba cambiando y no me lo quería perder. Estuve tiempo castigado porque decían que pertenecía al PSOE, pero al final me llamaron para hacer ‘De Cerca’ y, después, ‘Su turno’, del que también me marché.
Después pasa a la radio —diseña M-80— y, de nuevo, a la televisión, con ‘Por la Mañana’. La etapa concluyó abruptamente en el telediario. ¿Qué pasó?
¡Dios santo! Como siempre, por incompatibilidad manifiesta.
En Antena 3 Televisión, ya en el 2003, vuelve a empezar.
Eso es muy bonito. Una vez oí decir a John Lennon que no iba a cantar siempre ‘Yesterday’… Así que llegó un momento en el que decidí hacer sólo lo que quisiera y, tras un especial sobre la luna en TVE, dije: «Se acabó». Eso de contar batallitas no va conmigo.
¿Qué les diría a quienes quieren seguir sus pasos?
Que sean ellos mismos, que no imiten a nadie y que triunfen lo que puedan sabiendo que no va a ser fácil. Y los maldeciré si les dan un minuto en televisión y lo desaprovechan.