Las cosas suceden, de una manera u otra. Nos encontramos en tiempos desconcertantes. La incertidumbre se abate sobre una gran número de activos, de personas capaces y capacitadas para trabajar que no encuentran el modo, ni el medio de hacerse un hueco en la angosta madeja del mercado laboral.

Las opciones cambian. La forma de hacer las cosas, también. Surgen nuevos maneras de abordar a las empresas, de destacar entre la multitud. El modo de hacer frente a las adversidades es diferente. Las redes sociales son una herramienta más que, utilizada de manera conveniente, puede facilitarnos la tarea de encontrar empleo. Bien, mediante la búsqueda activa de ofertas. Bien, a través de la reputación y del quehacer diario.

Hasta ahora hemos visto la manera y el modo de cómo sacarle partido a las redes sociales tratando de divulgar y de dar a conocer nuestro perfil profesional. Nuestras capacitaciones. Para ello hemos necesitado de elementos tales como un blog, una página de fan de Facebook (siempre mejor que un perfil), y una cuenta de Twitter. Amén de otras cuentas en lugares como LinkedIn.

Digamos que ésta es la forma proactiva de buscar empleo a través de las redes sociales. Un sistema en el que se mezcla la manera tradicional de buscar ofertas de empleo, con la de divulgar nuestro interés hacia determinados sectores, fundamentalmente evidenciado en el segmento de usuarios que tenemos entre quienes seguimos.

Sin embargo, existe una posibilidad algo más ardua y onerosa, pero que, a la larga, ofrece un resultado tanto más positivo como gratificante. Aunque para poder lograrlo, además de armarnos de paciencia, debemos de tener recursos suficientes para, al menos, aguantar durante un par de meses. Y sobre todo, ser consecuentes con el trabajo por desarrollar, tener claro el objetivo que queremos conseguir, y tener la determinación de que hay que conseguirlo.

El éxito, en este caso, se basa en la reputación obtenida mediante la colaboración.

Creo recordar que hace algunos meses se empezaba a hablar de gente que estaba dispuesta de trabajar para las empresas de forma gratuita durante un tiempo. De forma que cuando terminara el periodo de prueba, la empresa estuviera segura al ciento por ciento de que dicho activo y sus resultados eran lo que realmente querían para cubrir ese puesto.

En cierto modo, gracias a las redes sociales podemos invertir nuestro tiempo en sembrar nuestro conocimiento y nuestra experiencia, con la esperanza de recoger un puesto estable en el futuro.

Muchas veces nos apesadumbra y entristece el hecho de ver como una y otra vez vamos siendo ninguneados de ofertas a las que nos apuntamos, y de las que ya nunca volvemos a saber. O de procesos de selección a los que acudimos y que, tras la primera entrevista, nunca jamás volvemos a tener contacto con nadie.

La desesperanza se hace mayor cuantas más veces somos protagonistas de dicho papel. Y resulta verdaderamente desalentador no saber las verdaderas razones por las que somos descartados.

La idea que propongo en este artículo no se trata de nada más revolucionario que aprovechar el tiempo que invertimos en la búsqueda de empleo en la red -mediante nuestros perfiles de las redes sociales- y emplearlo, además, en facilitar nuestra capacitación al servicio de quienes necesiten a alguien de nuestra cualificación.

Hemos de ser conscientes de que durante el tiempo en que somos desempleados, nuestro principal activo en valor, nuestra profesionalización, pierde tanto competitividad como experiencia. Todo el tiempo que estemos en paro, es tiempo que perdemos, que desaprovechamos. Tiempo en que nuestros conocimientos se oxidan y entumecen.

La realidad es que lo peor que nos puede pasar es que tengamos que volvernos a reciclar cuando empecemos a trabajar después de un parón forzoso y obligado. Y, sin embargo, todas las profesiones y oficios tienen una parte intelectual que puede emplearse para mejorar y aprender de manera continuada, gracias al constante trabajo y esfuerzo para mantenerse al día.

Las redes sociales posibilitan el contacto directo con empresas que contratan y que seleccionan. Pero también son un vivero de empresas que comienzan, con pocos recursos, y que quieren nutrirse de los conocimientos de otros. Para empezar una nueva andadura. Es en este caso donde podemos aportar nuestro grano de arena. Donde podemos echar una mano. Donde podemos asesorar, aconsejar y donde podemos estar pendientes de que todo deba salir como es debido.

El valor de un trabajador se encuentra en lo actuales (y actualizados) que tenga sus conocimientos sobre su capacitación profesional. Y para ello podemos, debemos, procurar estar al día y hacer lo posible por seguir siendo igual de eficaces que cuando dejamos de trabajar por un sueldo.

Es una tarea dura, ingrata y que requiere mucho sacrificio. Pero la recompensa se obtiene con creces. Bien porque finalmente podemos continuar un trabajo bien hecho con una remuneración acorde. Bien porque nuestra labor sirva de referencia a otros que busquen cualidades, pero no tanto capacidades.

Porque muchas veces se trata de Ser, no de estar. De Hacer, no de poder.

@AntonioVChanal
Coach y Formador de redes sociales