Uno de los asuntos que más en boga está hoy en día, principalmente tras la pandemia, es el de la salud psicosocial en el trabajo. Analizar los riesgos psicosociales en el trabajo y planificar intervenciones en salud psicosocial, son tareas llevadas a cabo desde RRHH o las áreas de prevención de riesgos. Unir cultura organizacional y salud mental es, además, un aspecto cada vez más diferenciador desde el punto de vista competitivo.
A qué llamamos salud psicosocial en el trabajo
La salud mental está convirtiéndose en un asunto prioritario a todos los niveles. En el plano profesional, la experiencia de la pandemia del COVID-19 ha dejado muchos aprendizajes a empresas y gobernantes. Entre ellos, la posibilidad de mejorar los factores psicosociales laborales, de procurar un aumento considerable del bienestar psicológico en el trabajo realizando una correcta evaluación de riesgos psicosociales y poniendo en marcha políticas y programas de apoyo psicosocial o, simplemente, adaptándose mejor a la legislación sobre salud psicosocial existente.
Como sabemos, existen un gran número de dolencias y de enfermedades mentales o de tipo psicológico que están relacionadas directamente con el ámbito laboral. Algunas de las más conocidas son el llamado Síndrome del Burnout o del trabajador quemado, así como la terrible ansiedad laboral que puede derivar, incluso, en la depresión. Todas ellas, además, suelen estar vinculadas o ser la principal causa de otros trastornos secundarios, como los del sueño, los de la alimentación o las actitudes y comportamientos violentos y agresivos.
Dejando a un lado las variables relacionadas con las características personales de cada trabajador, son las condiciones ambientales, organizacionales o de carácter técnico en el entorno de trabajo, así como los aspectos relacionados con el liderazgo o la cultura organizacional imperante los que pueden originar la aparición de este tipo de trastornos psicosociales en el trabajo.
La prevención como principal herramienta
Para ampliar la distancia entre estrés laboral y salud mental y de esta forma para proteger y promover la salud mental en el trabajo, podemos distinguir tres ámbitos perfectamente diferenciados a la hora de implantar políticas desde la empresa:
- El ámbito ejecutivo: las personas que ejerzan liderazgo deben recibir una formación adecuada, que les ayude a reconocer y a poder ayudar a las personas más susceptibles de sufrir problemas de salud mental. Esta formación debe ir encaminada a mejorar la comunicación, la empatía y la escucha activa. Los líderes de la empresa también deben saber analizar y detectar los riesgos psicosociales del trabajo y ser capaces de poner en marcha acciones encaminadas a reducirlos.
- El ámbito del trabajador: la adaptabilidad de los turnos o las cargas de trabajo, la flexibilidad horaria, los descansos, así como la formación en competencias y habilidades sociales o el hecho de ofrecer canales de comunicación bidireccional, son ejemplos de actuaciones concretas que pueden llevarse a cabo para reducir la carga psicosocial del empleado.
- El lugar de trabajo: las condiciones laborales deben facilitar un trabajo seguro y más humano. Esto contribuirá a reducir los problemas de tipo psicosocial. Aspectos como el ruido, la temperatura o la luminosidad serán determinantes. Del mismo modo, la protección de máquinas y herramientas reducirán el miedo, la angustia o el estrés. Por su parte, los nuevos modelos de hot desking en oficinas pueden evitar el aislamiento, pues contribuyen a potenciar la comunicación interpersonal, la autonomía, la cooperación y el trabajo en equipo.