Las cosas suceden, de una manera u otra.

Hace aproximadamente un mes empezaba una serie de artículos con los que he tratado de iniciar a los menos duchos en el complicado arte de manejarse en las redes sociales.

A lo largo de este tiempo, he explicado lo que es una red social y para qué sirve.

Pero sobre todo, he pretendido dejar clara la necesidad de establecer, ante todo, el objetivo que pretendemos conseguir con su uso.

Éste y no otro, es el verdadero quid de las redes sociales.

En teoría, debierais de haberos puesto manos a la obra con las tres redes sociales más publicitadas. A saber Twitter, Facebook y un blog de creación propia.

Os comentaba, también, que parte importantísima de las redes sociales es lo que se llama la reputación.

En realidad no es más que el nombre o la fama que tienes en las redes sociales. Y se mide teniendo en cuenta, entre otros, valores como tus menciones, tus aportes a la comunidad, el número de seguidores que tienes,  el número de veces que la gente te lee (eso se sabe siempre que pongas un enlace y la gente lo clique)…

Es decir, hay muchos factores, pero todos ellos tienen que ver con lo que escribas para el resto del mundo.

Bueno.

Quiero que tengáis claro que cuando digo “escribas” me refiero a todo lo que sea de vuestra cosecha en las redes sociales. Incluidos los comentarios, ‘me gusta’ o retweets.

Cualquier tipo de contenido, de la clase que sea, crea lo que se denomina una corriente de opinión. Bien positiva o bien en contra.

Si la gente que te sigue considera interesante lo que comentas en un momento determinado, hará suyo dicho mensaje y se encargará de divulgarlo y de darlo a conocer entre sus afines.

Por lo tanto, la verdadera razón de utilizar las redes sociales reside en el hecho de ser creadores de opinión.

Facebook y Twitter son las dos redes sociales más utilizadas. Pero a su vez, son muy distintas.

De una parte, Facebook ha experimentado una evolución muy importante desde que se concibiera.

Ha pasado de ser un mero repositorio de imágenes y de contenido universitario (fue concebida grosso modo para permitir retomar el contacto entre los estudiantes de las universidades de los Estados Unidos), a convertirse en un complicado entramado de interacciones que buscan atraer la atención del usuario, y de granjearse sus favores mediante un sofisticado estudio de cada perfil.

Es mucho más que un muro en el que leer nuestros os mensajes y los de nuestros amigos.

O que un lugar en el que colgar álbumes de fotos donde etiquetar a nuestros conocidos para que automáticamente reciban esa fotografía en su perfil.

Por su lado, la simplicidad de Twitter es lo que le hace fuerte.

Basta con ver que es una red social en la que únicamente hemos de escribir hasta ciento cuarenta caracteres.

Cierto es que hay posibilidad de insertar imágenes (una por publicación), y urls o enlaces de direcciones a contenidos en la web.

Por tanto, la ventaja de Twitter reside en la capacidad de cada individuo en transmitir en pocas palabras mensajes contundentes. Contenidos eficaces.

Y en muchas ocasiones la capacidad de resumen es un plus a tener en cuenta.

Hasta aquí, de acuerdo.

Habéis de tener en cuenta de que hay personas que se dedican a crear aplicaciones que permiten vincular o enlazar lo que publicamos en Facebook y en Twitter, y a la inversa.

De este modo conseguimos ahorrar tiempo en la actualización de las dos redes. Y podemos dedicarnos a hacer otras cosas.

Trabajando en conjunto con las redes sociales

Hasta ahora he hablado sólo de Twitter y de Facebook. Pero queda pendiente otra red social, que es tan importante como aquellas: el blog. Nuestro blog.

Lo bueno que tiene nuestro blog es que nos permite dar rienda suelta a la publicación de cualquier tipo de contenido que queramos colgar.

Desde texto e imágenes, presentaciones en flash, power point o incluso vídeos.

Todo ello directamente en cada una de las páginas del blog. Es decir, no es necesario poner un enlace a otra página en la que se encuentre dicho contenido. Que es lo que haríamos para el todos los elementos adjuntos de Twitter, y para un alto porcentaje de los que se publican en Facebook.

Aunque Facebook está haciendo un esfuerzo muy grande para que la mayoría de los contenidos que se referencien puedan ser reproducidos y vistos directamente.

Ya debe de haber quedado claro que podemos contar con tres herramientas tan diferentes como versátiles. Por lo que el éxito reside en conseguir aprovechar lo bueno de cada una de ellas, y ponerlas en marcha.

¿Cómo hacerlo?

En primer lugar hay que tener claro el tipo de público o de personas que nos siguen en cada una de ellas. Y a quién queremos conseguir dirigirnos.

Hemos de ser conscientes de que no se puede poner lo mismo en un Twitter, en un Facebook, o en un blog, por una evidente falta de especio físico.

Así que hay que delimitarlos.

Digamos que Twitter puede servirnos para pasar mensajes de boca a oreja. Pero deben de ser mensajes muy claros, directos y concisos.

Además, hemos de ser hábiles utilizando palabras recurrentes. Pero también llamadas o los denominados hashtags.

Aunque ya lo he comentado en otros post, no viene mal recordarlo. Un hashtag no es más que la combinación del símbolo ‘#’ seguido de una palabra que consideremos interesante o importante. Dentro de un mismo mensaje podemos incluir tantos hashtags como queramos. Éstos conseguirán dos cometidos:

1. Cuando otro usuario lea nuestro comentario identificará esas palabras como las etiquetas necesarias y suficientes que capten su atención.

2. Cuando veamos estas señales, podremos identificar otros mensajes que también las incluyan como parte de una cadena que trata de completar un mensaje que ha sido dividido, o como parte de una conversación entre usuarios que opinan sobre el mismo tema. Cuando esto se produce, se crea corriente de opinión que, con el tiempo se convierten en los llamados temas del momento. Y los usuarios pueden empezar a usarlos para categorizar sus mensajes.

Además, los hashtags facilitan las búsquedas de contenidos relacionados.

Entonces, ¿cómo interrelacionamos estas redes?

Esta última parte va a ser meramente práctica.

Primero, hemos de haber vinculado entre sí nuestras cuentas de Twitter, Facebook y los contenidos que publiquemos de nuestro blog (caso de ser posible). De este forma, cuando actualicemos uno de ellos, se actualizará en los demás de forma automática.

En el caso de los blogs, realmente no publican como contenidos lo que se encuentra en Twitter o en Facebook. Pero sí que hay plug-ins que permiten incorporar elementos de diseño del mismo que reproduzcan lo que pasa en la línea de tiempo de Twitter o en el muro de Facebook, cuando éstos se actualicen.

Y, segundo, hemos de empezar por tener un tema sobre el que hayamos escrito en un blog.

Existen otros plug-ins que permiten incorporar al diseño del blog elementos para compartir el enlace del blog en las redes sociales. Aunque si no disponemos de ellos, siempre podemos copiar la Url (o dirección de la página del blog donde se ha publicado nuestro texto), y pegarla en nuestro muro de Facebook o línea de tiempo de Twitter.

Bien. El primer paso es divulgar y dar a conocer nuestro nuevo aporte en nuestro blog, incluyendo dicha dirección web.

Cuando lo hagamos, debemos de incluir también, algún hashtag que permita identificar a los usuarios dicho contenido a posteriori. En este caso, podemos poner el símbolo ‘#’ delante de alguna de las palabras importantes del título, o bien crear otras que lo puedan definir de una manera simple.

A partir de aquí, hemos de ser concienzudos, constantes y perseverantes.

Hemos de ir difundiendo la dirección de nuestro artículo, cambiando los mensajes, las palabras y la intención de las frases que lo definan.

Pero procurando que todos tengan que ver con el contenido de lo que se va a hablar en el artículo que hemos actualizado.

No vale que se hable en el blog de periodismo, y que los mensajes hablen o traten de otros temas más populares. Eso, a corto o medio plazo acaba con la poca reputación que puedas haberte creado.

Así que la tarea consiste en dar a conocer lo que se ha escrito y tratar de crear opinión al respecto para mantener el interés el mayor tiempo posible.

Otra forma de crear tendencias y ganar reputación es lo que comentaba al inicio de este post: comentar, el ‘me gusta’ de Facebook, mencionar y retwitear contenidos de otras personas. Pero deben de ser temas que versen o traten sobre lo que nosotros estamos tratando.

De esta manera, consigues hacer tuyos mensajes de otras personas. Pero porque estás de acuerdo con lo que dichos mensajes plantean y dicen. Y éstos empiezan a formar parte de línea de tiempo, y de la corriente de opinión que comienzas a crear.

También es muy importante hacer comunidad. Con esto me refiero al hecho de participar en las redes sociales escribiendo tus propias opiniones (y no de forma anónima) sobre artículos de otros. Como el que estoy escribiendo.

Veréis. Vuestras opiniones son tan válidas como las de cualquiera. Y por poco que aportéis o digáis, aunque sólo sea para decir que el texto os ha gustado o disgustado, ya estáis aportando valor. Valor a vuestra forma de pensar. Se os identifica con una línea de pensamiento, y cuando se vuelva a leer algo vuestro, se relacionará con todo lo que hayáis escrito o publicado.

La participación es muy importante. Y se consigue aportando opinión en nuestras propias cuentas de las redes sociales, pero también comentando y valorando lo que otros dicen.

Es vital haceros oír.

Es imprescindible que se os escuche.

Y para que eso sea posible se ha de estar en el mayor número de sitios posibles, y, sobre todo, aportando contenidos de calidad.

@AntonioVChanal
Coach y Formador