Gran parte de las empresas se encuentran con serias dificultades a la hora de cubrir determinados puestos. La necesidad de profesionales con capacitación tecnológica para abordar los procesos de digitalización de las empresas es urgente y difícil de satisfacer. En un mundo donde ya no se puede dar la espalda a la tecnología de la información y la comunicación los departamentos de RRHH se encuentran, lo quieran o no, teniendo que librar la guerra por el talento. Reskilling y upskilling se convierten en la tabla de salvación de las competencias.

Muchas empresas están explorando atajos para abordar y optimizar su estrategia para gestionar el talento. En lugar de centrar esfuerzos en captar expertos fuera de su entorno han optado por capacitar a su plantilla para aflorar el talento interno. En dos sentidos: adquirir habilidades para afrontar el cambio tecnológico que atañen a las tareas de su puesto, es lo que se conoce como upskilling o formarlas en nuevas competencias para que asuman y desempeñen nuevas funciones en otras áreas a lo que se denomina como reskilling. El objetivo es ser capaces de cerrar la brecha tecnológica ya no solo para ser competitivos sino para poder desarrollar la actividad en las próximas décadas.

Formación: la navaja suiza de la reputación

La formación y la posibilidad del desarrollo de carrera son ventajas que los empleados establecen como prioritarias. Capacitar a la plantilla se convierte en una herramienta multiusos para la reputación de la empresa. Por un lado, se consigue preparar para las nuevas necesidades, construyendo los perfiles técnicos de la casa. Por otro lado, se enriquece la marca como empleador gracias al valor que los candidatos otorgan a la formación que ofrece la empresa a sus empleados.

Además, es algo inevitable. El 54% de los empleados necesitará actualizar o recapacitar sus conocimientos para el año 2022 y evitar la disrupción tecnológica, según los datos que aporta el informe del Foro Económico Mundial.

Programas de reskilling y upskilling

Softskills y hardskills para combatir la brecha tecnológica

Algunas de las empresas pioneras que ponen en el centro de la estrategia de capital humano cerrar la brecha tecnológica quieren hacer competentes a sus empleados en estas materias de cara a afrontar los próximos años.

Se implementarán conocimientos en las áreas de seguridad en Internet, robotización, analytics, desarrollo web, consultoría de negocio, capacidades en TI o metodología Agile. Serán estas habilidades necesarias para adaptarse al cambio tecnológico, en cuanto que son competencias técnicas o hardskills. Pero también será imprescindible crear ecosistemas que favorezcan la inteligencia colectiva en procesos, eminentemente horizontales. Es decir, transformar los entornos más tradicionales en unos donde reinen las softskills, aquellas competencias transversales que tienen que ver con la capacidad de comunicar (se), la resilencia, autoorganización, creatividad o la adaptabilidad a los cambios.

El retorno positivo de la inversión en capacitación

Alguna de las barreras que se plantea es el análisis de los costes que puede suponer la disrupción tecnológica y si el gasto en su reducción debería ser asumido en solitario por las empresas o podría apostarse por la colaboración público-privada para este fin. Las conclusiones se dan en positivo. El gasto que conlleva capacitar a un empleado para hacerlo competente en los nuevos escenarios tecnológicos es un 25% inferior a los beneficios que generaría. Así que, merece la pena, en términos de inversión, según apunta un informe del Foro Económico Mundial.

Por otro lado, hay quien apunta que las estrategias de reskilling y upskilling son también una apuesta por la estabilidad laboral. Mantener frescos los conocimientos y ofrecer la posibilidad de continuar aprendiendo acabarían con la sensación de estancamiento contribuyendo a la motivación y la satisfacción laboral a la vez que se prepara a la plantilla para los nuevos retos que deben afrontar las empresas.