Los departamentos, las áreas fragmentadas empiezan a quedar atrás. Las tareas que atraviesan posiciones antes diferenciadas adquieren un mayor protagonismo y se fortalece la transversalidad. Los organigramas estructurados y piramidales de los negocios transforman su esqueleto hacia una morfología más horizontal. El mundo se ha vuelto más complejo e interconectado así que, para poder competir en el mercado global, las empresas están cambiando por fuera, aligerando peso (cada vez se subcontratan más servicios). Y toca también modificarse por dentro: plantillas con conocimientos a la altura. Se requiere talento especializado, pero enriquecido. Los tiempos empujan a evolucionar las habilidades hacia superhabilidades, las superskills.

La automatización será responsable de la pérdida de empleos, pero también de la creación de otros

La incorporación de robots, inteligencia artificial o la automatización hace peligrar millones de puestos de trabajo en el mundo (75 millones para 2022, según algunas estimaciones). En paralelo, se crearán 133 millones de nuevos empleos. Algunos desaparecerán para siempre, pero muchos se transformarán. El reto inminente que se presenta es que la velocidad a la que está ocurriendo dificulta que las empresas tengan preparada a sus plantillas para afrontar estos cambios que no esperan.

Por un lado, los procesos de upskilling (especialización) y reskilling (reciclaje). El 54% de los empleados necesitará actualizar o transformar sus conocimientos para el año 2022 y evitar la disrupción tecnológica, según los datos que aporta el informe del Foro Económico Mundial. La formación dentro de la empresa en colaboración con políticas públicas y unos sistemas educativos adaptados a las nuevas necesidades se torna fundamental.

¿Qué son las superskills?

Por otro, cada vez resulta más estratégico encontrar a personas que aúnen una alta especialización tecnológica combinada con habilidades soft. De manera que sean estos perfiles técnicos avanzados dotados por cualidades más sociales quienes proporcionen una mayor dimensión a esos conocimientos. El big data, la ciberseguridad, el machine learning, la arquitectura de datos, inteligencia artificial, las tecnologías cognitivas (máquinas que comprenden el lenguaje) combinados con habilidades de orientación de servicio al cliente y la empatía, el trabajo en equipo y colaboración con otras áreas del negocio, la capacidad para comunicar y escucha para la negociación, tanto con proveedores como con equipos, la resolución de problemas, resultarán fundamentales en las empresas.

Por descontado, la resiliencia y creatividad para llevar estas competencias al aporte de soluciones frente a crisis. Esta alianza de conocimientos técnicos enriquecidos con cualidades soft es lo que algunos estudios llaman superskills para el desempeño de supertrabajos.

La pandemia ha acelerado la incorporación de robots a la industria

La automatización hace que las capacidades de las personas en algunos aspectos hayan sido ampliamente superadas por las máquinas. Esto impulsa la necesidad de buscar el talento en otra dirección. Las tareas automatizables dejarán de tener ese valor que se le otorga actualmente porque estamos deslumbrados por las inmensas posibilidades que facilita la tecnología. Pero saber dirigir esa potencialidad, hacer que las máquinas trabajen en un segundo plano, mientras el humano hace el trabajo de valor es lo que serán las superskills. La idea es aportar valor al factor humano.

La pandemia ha impulsado la incorporación de los robots en un número cada vez mayor y más diverso de industrias. A la fabricación de automóviles se suman la llegada de máquinas en los servicios de logística, almacenaje y distribución.  Como a la fabricación de alimentos y la atención al cliente. Según la Federación Internacional de Robótica en el año 2017 había 157 robots por cada 10.000 trabajadores en España. La media europea estaba en 106. Adecuarse a esta colaboración humano-máquina será el desafío de gobiernos, empresas y trabajadores para estos años veinte que comienzan.