«Sayonara, baby». Quién hubiera dicho hace apenas una década que una superestrella de Hollywood como Arnold Schwarzenegger daría ese tipo de adiós a su apacible —y muy bien remunerada— vida como actor para adentrarse, sin chaleco antibalas, en la política estadounidense. Sin embargo lo hizo, y en 2003 se convertía en el trigésimo octavo gobernador de California. No le detuvo el hecho de ser el primer inmigrante que se presentaba a un cargo de tal relevancia o el lastre de no haber ‘ejercido’ más allá de la simple militancia… Lo dejó todo —como ya hizo para convertirse en actor cuando era campeón de culturismo en su Austria natal— y su valentía le llevó a ganar en primera vuelta con un 48% de votos. Pero no siempre es fácil y no todos pueden permitirse el lujo de rechazar el salario de 175.000 dólares anuales al que lleva renunciando ‘Gobernator’ desde que abandonó la alfombra roja; otros, en cambio, se ven obligados a dar ese giro desde el desempleo porque, quizás, no tuvieron el valor de hacerlo antes.
«El ser humano, en general, se acomoda a las situaciones confortables», comenta Sergio Bulat, editor de Empresa Activa y autor de ‘El Arte de Inventarse Profesiones’, quien señala a la crisis como la única que ha invitado a muchos a cambiar de rumbo en sus carreras: «Nos ha hecho tomar conciencia de que ya no estudias una sola especialidad para trabajar durante toda tu vida en la misma empresa. Ahora debes tener claro que en aquéllo en lo que empiezas no es aquéllo en lo que vas a terminar y, por eso, jamás debes dejar de prepararte». Foramación no sólo en un ámbito, sino en varios, porque, como Bulat, muchos expertos en recursos humanos adelantan que las profesiones híbridas —las que relacionan ámbitos del saber que en apariencia nada tienen que ver— son el futuro del mercado laboral. O lo que es lo mismo, perfiles de expertos en, por ejemplo, bioestadística o nutriantropología, que hoy suenan a ciencia ficción, mañana serán tan reconocibles como ahora lo son los de los mediadores sociosanitarios o los ‘community managers’. «Afortunadamente el Espacio Europeo de Educación Superior posibilita el desarrollo de estas ocupaciones cruzadas y la inquietud por diferentes disciplinas, pero los que ya se encuentran ocupados tienen que salir de su ‘círculo’ para encontrar esa inspiración que les permita arriesgarse a dar el salto y cambiar de profesión».
Otras veces ese vuelco no viene marcado por una circunstancia laboral, sino por una necesidad vital. En estos casos el cambio suele precipitarse a consecuencia de una situación límite y no como fruto de una decisión previamente meditada. Nekane Rodríguez, directora general de Creade y autora de «Traza tu rumbo» (Lid Editorial), cita dos ejemplos concretos, «una enfermedad grave y la muerte de un familiar», y añade que dicho ‘empujón’ puede surtir efecto o no en función de la personalidad —»si eres alguien que no tiene miedo a la incertidumbre»—, la educación —»si te han inculcado que el fracaso no es malo»— y del entorno familiar. Y, obviamente, de la situación económica: «Depende de si la carga la llevas tú solo o la compartes. En ambos casos, tienes siempre que contar con el apoyo de tu pareja, porque el giro lo vais a dar juntos….». En caso de que ambos lleguen a un acuerdo, Rodríguez no aboga tanto por una formación que reconduzca al profesional, para la que en su opinión «no siempre hay tiempo», como por la conciencia y potenciación de lo que ya se sabe hacer y que podría trasladar a otros sectores con un simple cambio de mentalidad: «Lo mejor es sentarse y reflexionar sobre lo que realmente sabemos y hemos aprendido a hacer con el tiempo, que es mucho más de lo que define en un principio nuestros puestos y preparación». «Sorprende comprobar la cantidad de aspectos que hay en común entre un perfil y una oferta que aparentemente no encaja con él», insiste la directora general de Creade, mientras repasa brevemente la evolución que ahora mismo viven los profesionales del ámbito de los recursos humanos o comerciales, cada vez más demandados en diferentes sectores y para distintas funciones.
Reinventarse
Más allá de la hibridación o la conversión, existe una tercera opción para el profesional que quiere cambiar de rumbo: empezar de cero. Ésta es la más difícil —»hay que asegurarse la supervivencia económica mínima de dos años y tener claro que no vas a entrar en el mismo punto en el que estás ahora», recuerda Nekane Rodríguez— y la que precisa de mayor esfuerzo personal, ya que opera en un plano más profundo que el de la pura actividad laboral: la identidad. Para Mario Alonso, autor de ‘Reinventarse. Tu segunda oportunidad’ (Plataforma Editorial) la vinculación del papel que desempeñamos en el mercado laboral con nuestra definición como personas es necesaria pero no debe limitarnos: «Cuando le preguntas a una persona qué es, te dirá: ‘Soy economista, soy funcionario…’ Pero son simples coordenadas y no podemos dejar que determinen el resto de planos de nuestra existencia». De lo contrario, el miedo a perder ese ‘yo soy’ puede bloquear hasta al directivo, empleado, técnico… más valioso.
El cambio que propone este médico cirujano y experto en comportamiento humano no tiene por qué ser radical, sino paulatino —»ir abriendo fronteras, probando poco a poco cosas nuevas»— y debe estar basado en la motivación: «La única forma de vencer los temores, que son creaciones de nuestra mente, no es venciéndolos, sino trascendiéndolos, movidos por una ilusión que tenga la suficiente fuerza como para guiarnos y seguir adelante». Un para ‘crear hay que creer’ que se apoya más en la fe y el convencimiento que en el razonamiento clásico que, sin duda, siempre nos hace que tendamos a mantenernos en la equívoca zona de confort.