El job hopper, job jumper o salta empleos es un tipo de perfil profesional que abunda entre la «generación Y» y los millennials. La mayoría no duran más de cinco años en el mismo puesto; cambian con frecuencia de empresa e incluso de profesión. Tradicionalmente, los reclutadores tendían a rechazar a un aspirante de estas características; sin embargo, esta nueva hornada de candidatos tiene mucho que ofrecer.
¿Cómo nace el job hopper?
En los currículos de los nacidos entre principios de los ochenta y comienzos de siglo (en estos últimos no tanto porque todavía no ha dado tiempo), se ve con frecuencia una colección de experiencias en distintas empresas. Según una encuesta del periódico The Guardian, el 90% de esta generación no permanecerían más de cinco años en el mismo puesto.
A veces estas experiencias son muy dispares. Esto sucede cuando se ha hecho una incursión en el mundo laboral para poder costear ciertos gastos mientras se estudia. Es el caso de trabajos de fin de semana o de temporada.
Pero también se ven experiencias cortas que sí guardan relación con el resto del CV. Se trata de los periodos de prácticas relacionadas con lo que se ha estudiado. Los planes de prácticas han ido evolucionando con el tiempo y eso se nota en los perfiles de los millennials.
Algo propio de esta generación es el deseo de realizarse y la búsqueda de la mejor opción. Antes había mucha más población que consideraba que el trabajo era solo un medio de subsistencia o bien que la seguridad de mantenerse en el mismo puesto pasaba por encima de las aspiraciones personales. En la cultura de la «generación Y» ya no existe la estabilidad de épocas pasadas, y esta circunstancia les pilla al inicio de su carrera laboral. No resulta especialmente arriesgado cambiar de empleo, y la ventaja que supone es encontrar una actividad que les llene más que la anterior. Así se hace un salta empleos.
¿Qué hacer con los salta empleos, odiarlos o amarlos?
Si se es de la vieja escuela, lo primero que viene a la mente cuando se lee un currículum con un montón de experiencias laborales, es que se está ante un candidato desleal e inmaduro al que le falta capacidad de compromiso y sentido de la responsabilidad. Y esto podía ser un buen criterio antes, cuando el mundo laboral era distinto, pero hoy en día guiarse por este principio puede hacer que se desperdicie la oportunidad de seleccionar talento muy válido para una empresa.
Haber pasado por trabajos de subsistencia indica que se ha sabido hacer frente a una falta de empleo en determinado sector cuando ha sido necesario. Esto puede aportar competencias que de otro modo no se habrían adquirido, por ejemplo en comunicación, gestión y organización de las tareas.
Si se ha trabajado en distintas empresas del sector, no se ha de ver como un problema sino como una gran ventaja: el aspirante ha tenido oportunidad de conocer qué metodologías emplea la competencia, y esto es una información de primera mano que puede llegar a ser muy útil. Además, se han acumulado una serie de conocimientos y buenas prácticas de la profesión que ya no hay que perder el tiempo en transmitir.
Alguien que ha pasado por varias experiencia laborales está acostumbrado a adaptarse con rapidez y a construir relaciones con facilidad. Además, mantiene una red de contactos dentro del mundo profesional.
La decisión final es muy sencilla: hay que amar a los job hoppers. Aportan ideas nuevas y a la vez acumulan experiencia. Estos son dos factores que proporcionarán un gran valor a la empresa.