Está demostrado que premiar el trabajo bien hecho redunda en la productividad de nuestros equipos o en su sentido de pertenencia a la empresa, entre otros diferentes factores. La rentabilidad económica de establecer una política de premios instantáneos suele ser muy alta, siempre y cuando la empresa sepa ponerla en práctica de forma correcta. En este artículo te hablamos de cómo son estas recompensas, y de cómo podemos implantarlas en las organizaciones.
¿Qué son los premios instantáneos y por qué pueden motivar a la plantilla?
El reconocimiento laboral o la recompensa es habitual en cualquier organización medianamente sana. Cualquier persona agradece la felicitación de un superior, de un cliente o de algún compañero. Fomentar una cultura del reconocimiento en la empresa es una idea exitosa, aunque no siempre es valorada con la importancia que merece.
Por ello, resulta muy interesante establecer una política de empresa alrededor de estos premios para favorecer diferentes objetivos. Retener talento, incrementar la productividad de los empleados o mejorar la imagen de la compañía en el exterior pueden ser algunos de estos fines. Con estas actuaciones, el trabajador ve respaldado su trabajo y recibe una confianza extra que le aporta tranquilidad, satisfacción y motivación de cara al futuro.
Pero, más allá de los reconocimientos privados y cotidianos, existen diferentes tipos de premios instantáneos. Entre los más habituales estarían los siguientes:
- Reconocimientos públicos: aquellos que se comunican abiertamente por parte de la empresa, y que suelen estar ligados a la entrega de un trofeo o placa, o a la calificación de mejor empleado de una zona concreta o de empleado del mes en la empresa.
- Promoción laboral: aquella recompensa que supone un aumento de la responsabilidad del trabajador en la empresa, de su estatus o categoría dentro del organigrama.
- Incentivos económicos: que se materializan en la entrega de una comisión o un bonus. También hay premios en especie como, por ejemplo, un viaje de placer para dos personas.
Existen más ejemplos que también podríamos incluir en alguna de estas categorías, pues también consiguen afianzar esos objetivos marcados. Algunos serían los días extras de vacaciones, el pago de dietas o desplazamientos, los cursos de formación continua o la entrega de entradas a eventos y actividades culturales para toda la plantilla.
¿Cómo implementar un sistema de premios efectivo?
A la hora de implantar un sistema de premios instantáneos debemos pensar en nuestras posibilidades como empresa, en el tipo de tareas que llevamos a cabo y el perfil de nuestros empleados. Y deberíamos reflexionar sobre algunas de los siguientes aspectos:
- Frecuencia: debemos decidir con qué periodicidad establecemos dichos premios para integrarlos en los procedimientos cotidianos de la organización.
- Objetivos: ¿Qué queremos conseguir con ese premio? ¿Retener talento? ¿Motivar la autonomía? ¿Premiar la productividad? Debemos decidir al respecto para establecer un reconocimiento que contribuya a dicho objetivo.
- Comunicación: también hay que establecer el cauce utilizado para capilarizar el fin que persigue la empresa, con este premio entre nuestros empleados. Quizás sea una entrega pública en un evento empresarial anual al mejor empleado, o bien un concurso o incluso un sorteo, anunciando en la web o las redes sociales de la empresa el nombre del empleado ganador.
- Medición: Por último, otro aspecto fundamental es tener la posibilidad de medir y evaluar la repercusión que este sistema tiene. Si conseguimos retener talento, si aumenta la productividad entre las personas que lo reciben o si mejora la imagen de nuestra empresa hacia el exterior.