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En la práctica, las dificultades para conciliar son tantas que las posibilidades de hallar un término medio entre trabajo y familia son casi imposibles. De ahí que las mujeres con más ambición profesional posterguen o, incluso, renuncien a su deseo de ser madre —según una encuesta de Adecco la tasa de fecundidad entre las directivas, 0,54 hijos, es muy inferior a la media de las españolas, 1,3—, mientras que las menos dispuestas a sacrificar su vida personal se «auto imponen un techo de cemento», es decir, rechazan voluntariamente los ascensos. Nada menos que el 66% de las directivas consultadas por Adecco asegura que cada vez es más común este tipo de comportamientos.

Quizá la cuadratura del círculo, la solución al difícil problema de la conciliación se halle en el contrato a tiempo parcial, que para el profesor del IESE Sandalio Gómez, es «la herramienta más potente de que disponemos».

Cuando la familia crece, ellos suelen afianzarse en su puesto de trabajo y ellas tienden a alejarse. Sólo así se explica que el 95,7% de los españoles que solicitó una excedencia en 2007 para criar a sus retoños fuera mujer, como también lo es el 73% de los que tienen un contrato a tiempo parcial. Porque, más allá de la merma de salario que implica una jornada reducida, ¿cómo afecta al desarrollo de la carrera profesional? ¿De verdad con un contrato así no se corre el riesgo de quedarse por el camino? «Yo, honestamente, creo que no. El peligro de quedarse ‘descolgado’ depende de la persona, no de la empresa. Somos más protagonistas que víctimas de nuestra propia situación», afirma Vivian Acosta, socia de la consultora de recursos humanos Norman Broadbent, que admite, eso sí, las dificultades de las empresas para aliviar la carga de trabajo de los empleados con jornada reducida. Ella, que disfruta de un contrato a tiempo parcial desde que nació su hijo, reconoce que se marcha a casa antes que el resto de su equipo, aunque con frecuencia se lleva deberes. «Porque hay tareas que forman parte de mis responsabilidades y no puedo delegar».

Eva Levy, que presidió la Federación Española de Mujeres Directivas (Fedepe) y hoy dirige la división Mujeres en los Consejos de Administración de ExcellentSearch, no tiene tan claro que sean totalmente inocuos los efectos del contrato a tiempo parcial en la carrera. «El caso es que conceptos  como ‘reducción de jornada’, ‘teletrabajo’… siempre tienen cara de mujer. Y eso es lo más dramático, porque lo bueno es que hombres y mujeres tengan las mismas obligaciones y los mismos derechos», dice Levy, que admite varias velocidades a lo largo de la carrera. Para ella, el peligro estriba en desaparecer, porque, de vuelta al mercado, los puestos disponibles suelen estar por debajo de los conocimientos y la experiencia de uno. «Tengamos en cuenta que la mujer adopta el trabajo a tiempo parcial por los ingresos, pero también porque es consciente de que si lo deja se encontrará con muchas dificultades para volver a ejercer, porque se pierden oportunidades, músculo, contacto con la tecnología, que avanza muy deprisa… Si dejas el trabajo durante una temporada, te descapitalizas».

Quizá temerosas de desaparecer, siquiera una temporada, hasta un 27% de las directivas, según un estudio de la Fundación Cajas de Ahorros (Funcas), se incorpora al trabajo antes de finalizar su baja por maternidad. «Es una decisión personal, pero yo creo que están renunciando a un espacio de tiempo que nunca recuperarán», afirma Vivian Acosta. «¿Qué representa una baja de maternidad en toda una vida? —se pregunta Eva Levy— Es tan poquita cosa y, sin embargo, siempre estamos a vueltas con ella, erre que erre».