Siendo conscientes de que caeremos en un tópico muy manido, es justo recordar que el amor surge donde menos lo esperamos. También, por supuesto, en el trabajo. Seguro que conocemos una situación de este tipo. Puede que, incluso, nos haya pasado a nosotros. No obstante, y aunque la existencia de parejas en la oficina está felizmente normalizada, la empresa debe gestionar estas situaciones con responsabilidad. Conozcamos algunas fórmulas aplicables en estos casos.
Parejas en la oficina: buscar el equilibrio entre amor y trabajo
Dedicamos una parte muy importante de nuestro tiempo a estar en el trabajo. Es normal, por tanto, que del contacto diario con un/a compañero/a surjan complicidades o una atracción que pueda desembocar en una relación. Una relación surgida en el entorno laboral puede traer consigo alguna de las siguientes situaciones:
- Distracciones: provocadas por el proceso emocional de la pareja, y que son más habituales al principio de la relación. Este estado puede influir en el rendimiento del trabajador en su puesto de trabajo.
- Discusiones de tipo personal: al igual que en el caso anterior, interfieren de forma directa en el rendimiento y pueden enturbiar el clima organizacional.
- Tratos de favor: que ocurren cuando una de las dos personas tiene capacidad para la toma de decisiones y puede influir en favor de su pareja. Esta actitud puede llevar, incluso, a empeorar la relación de la persona beneficiada con sus compañeros.
- Necesidades personales o familiares duplicadas: cuando la pareja, por motivos obvios, necesita compartir opciones puntuales de conciliación. Por ejemplo, al solicitar los días de vacaciones de verano.
- Posible ruptura: que puede traer consigo, además de los sentimientos obvios que se experimentan en ese momento, otro tipo de reacciones en la empresa.
La postura de la empresa
Por suerte, los tiempos han cambiado y también lo han hecho en el entorno laboral. Los derechos fundamentales de las personas están en la base de todas las leyes, y éstas prevalecen en cualquier contexto. No obstante, no existe nada regulado al respecto y la empresa debe definir bien su posición. Definamos cuál podría ser la postura correcta cuando surjan relaciones de pareja en la empresa.
- Mostrar respeto y empatía con los sentimientos y la privacidad de sus empleados: es la actitud propia de las organizaciones de nuestro tiempo. También lo será, por lo tanto, ante una relación amorosa en el trabajo. Y será, además, el mejor punto de partida para resolver cualquier problemática que pueda surgir.
- Mostrar firmeza ante las posibles interferencias de lo personal en lo laboral: es, a su vez, una forma de preservar el fin último de la empresa. Las empresas se crean para generar riqueza. Ese es su objetivo principal. Cualquier situación que dificulte o lastre la productividad debe reconducirse con respeto, rigor y responsabilidad por ambas partes.
- Abogar por una separación departamental: suele ser una solución coherente que ayuda a evitar distracciones o posibles interferencias. Lo lógico es trasladar la decisión a los implicados y contar siempre con su aceptación. Si no fuera así, la empresa debe ser consciente de la normativa existente para no vulnerar ninguno de los derechos de sus trabajadores.
Además, como decíamos, la empresa debe ser rigurosa ante los tratos de favor o los abusos de autoridad que puedan acompañar a una relación amorosa en la empresa. En el equilibrio, por tanto, entre las necesidades de la pareja y las de la empresa estará el éxito en la gestión de estas situaciones.