Algo está cambiando en el mundo de los negocios. Algo, por no decir casi todo. La crisis ha puesto de manifiesto errores del sistema que afectan a sus pilares. Las escuelas de negocios toman nota y se anticipan a las nuevas tendencias del mercado. Ante ellas, se abren grandes y complicados desafíos. «En primer lugar, el mayor reto es seguir existiendo dentro del mal panorama económico que hay en este momento. Hemos adecuado los programas máster al mercado, tanto en contenidos como en innovación, favoreciendo la creatividad de los alumnos, bajo el paraguas de las nuevas tecnologías», explica Gloria Picazo, responsable de Márketing de GIO-UPM. Para Álvaro Rico, coordinador académico de IEB, las escuelas de negocios tienen, hoy más que nunca, una misión que cumplir: «Seguir acercando a los alumnos a la práctica cotidiana de cualquier profesión, dado que la Universidad española, por lo general, dista mucho del enfoque práctico real. Además, hay muchas áreas que no están cubiertas por los estudios universitarios, y necesitan de la especialización de un postgrado para la formación de profesionales capacitados». «Tenemos que preparar a nuestros jóvenes para salir de la crisis —incluida la formación en principios y valores—, y para no generar otras futuras», añade Álvaro Rico.

El sistema educativo español puede y debe ayudar a escapar de esta situación. La pregunta del millón es cómo. «Con formación de calidad dirigida a la empleabilidad. Dando a conocer a las empresas nuestras acciones formativas de programas máster y teniendo en cuenta sus apreciaciones para la adaptabilidad de estos programas y de los alumnos que los cursar al mercado laboral», propone Gloria Picazo desde GIO-UPM.

Calidad y empleo

Orientar a los alumnos más y mejor es una de las bazas del IEB: «Toda decisión estratégica debe recoger frutos en el largo plazo, y en muchas escuelas de negocios y universidades se ha formado a los alumnos en el ‘cortoplacismo’», comenta Álvaro Rico. «Hemos aprendido que todo está demasiado interconectado. Lo que se enseña en las aulas no debe ser ‘lo que vale’, sino que hay que enseñar a pensar y a tomar decisiones en un entorno continuamente cambiante», añade el coordinador académico de IEB. La globalización es para él una de las asignaturas pendientes de muchas escuelas de negocios, «y no solo en la economía y empresas locales. En nuestra área, las finanzas, quizás lo tenemos más presente porque la economía está ‘mundializada’ desde hace muchos años». «Hay que adaptar los planes de formación a la globalización y, hablemos de la especialidad que hablemos, debe haber formación económica, para poder tomar decisiones más acertadas».

Y una vez acabada la crisis, ¿en qué habrá cambiado el panorama educativo? Desde GIO-UPM apuestan por un cambio estructural: «Se harán programas más concretos y definidos y la formación se hará a medida, tal y como nosotros venimos haciendo desde hace ya más de 20 años».

Álvaro Rico, de IEB, va más allá: «Las crisis son positivas: ‘limpian’ el campo de la maleza que no sirve. Hará sobrevivir aquellas instituciones académicas que tengan planteamientos a largo plazo y que sepan adaptarse a unas necesidades cada vez más claras: formación integral basada en la independencia en la toma de decisiones, en ámbitos globales, y esperando resultados siempre en el largo plazo».

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