Desmotivación, rotación, pérdida de negocio… El correo electrónico y el móvil, grandes herramientas para agilizar muchos trámites, son un arma de doble filo cuando se trata de gestión de personas. Más que ayudar, lo que suelen hacer es generar ruido en la relación entre empleado y trabajador. «Existe un dicho para eso —comenta Paco Muro, presidente de Otto Walter—: “The more tech, the more touch” [A más tecnología, más contacto]. Y hacer lo contrario provoca lejanía y desapego».

Según los expertos, la falta de contacto físico provoca una reacción consciente, que lleva a la apatía, pero también inconsciente, ya que, al ser comunicación estrictamente verbal, se pierde entre el 80% y el 90% del significado real del mensaje. «Hay ciertos temas que no puedes decir por móvil si no se escucha bien el tono de voz o se ve un gesto o expresión», conviene el presidente de Otto Walter, quien recomienda utilizar también el teléfono para «simplemente hablar; para interesarse por el trabajador o por si necesita alguna ayuda en el desempeño de su trabajo».

El ‘mail’ que carga el diablo

A la desmotivación generada por el jefe «politono», se le suma, en la mayoría de los casos, la pasión excesiva del directivo por el correo electrónico. Una encuesta elaborada por Global Estrategias / Demos Group a principios de año revelaba que el 84% de los mandos prefería el buzón del Outlook a la voz. Y daba razones… peregrinas. La primera, que se puede utilizar a cualquier hora, es la peor porque, según comenta Paco Muro: «Recibir correos con nocturnidad y alevosía del jefe hiperactivo es una de las mayores fuentes de estrés en la empresa». Y eso en el mejor de los casos, porque la segunda que esgrimía el estudio —ahorro de esfuerzo para comunicar a varias personas— afecta directamente a la productividad.  Según el experto en la materia, Tim Burres, el 70% de los «all» [correo a todo el equipo] pierde eficacia por no apelar directamente al interesado. En cuanto a la tercera razón, el informe anterior la aduce y la contradice: no aclara sino todo lo contrario, y provoca en un 64% de los casos enfados y desavenencias. «Lo escrito, escrito queda, y nadie se acuerda si en ese momento tenías un mal día», advierte Muro.

Consejos presenciales

Para coordinar a un equipo de teletrabajo o, lo más habitual, a un «teledirectivo», lo mejor es la reunión física periódica. «Cualquier excusa es buena y es imperdonable que un delegado viaje a una ciudad donde tiene sede y no realice una visita», comenta Paco Muro, autor de «G.S.M. El gran libro de la motivación». Para él, el contacto es aún más necesario en una cultura mediterránea, «más de vivir en la calle», que se desmotiva más fácilmente, y que también tiene menos autorresponsabilidad, cuando no hay una presencialidad: «Aquí no somos de comprar por catálogo, para lo bueno y para lo malo».