El sexto mes se convierte para el desempleado en un momento crucial. No sólo la cabeza empieza a jugar malas pasadas, sino que también entran en juego los criterios y necesidades económicas. Por este motivo, se convierte en el momento idóneo para replantearse las cosas, y la mejor manera es seguir lo que los ingleses llaman «pensar fuera de la caja». En el día a día nos encontramos en una caja, sólo vemos nuestra actividad, nuestra vida y entorno, por tanto, lo primero que hay que hacer ante una situación de desempleo es explorar todas esas posibilidades que se encuentran dentro de la caja. Pero llegado el momento en el que no hay dónde buscar, llegado ese sexto mes que hemos marcado como límite, hay que romper la caja, salirse y pensar fuera de ella. Es decir, se trata de abrir el abanico de opciones y recurrir a oportunidades que nada tienen que ver con lo que se ha hecho hasta ahora.
Para comenzar este nuevo camino es imprescindible, antes de nada, realizar una autoevaluación, estudiar como si se tratara de un diagrama DAFO, las fortalezas y debilidades de uno mismo desde una óptica sincera y crítica. En este punto las posibilidades se bifurcan. Por un lado, se puede seguir adelante en la búsqueda de empleo por cuenta ajena, para lo que el candidato debe recurrir a la formación para especializarse, o, por el contrario, para cambiar de área. En este sentido, también puede optar por internacionalizar su candidatura. Por otro lado, puede recurrir al autoempleo, desde dedicarse a la asesoría a montar un negocio tradicional. Está última vía no es nada sencilla, supone renunciar a mucho de lo que se ha desarrollado en la carrera profesional y adaptarse a nuevas funciones, pero en un futuro a corto plazo puede convertirse en una enorme fuente de satisfacción.
Sea cual sea la decisión, lo imprescindible para el profesional es no engañarse aferrándose al desempleo y no dejarse llevar por la negatividad ni el conformismo.
Pablo Gutiérrez-Jodra
Socio de Referal Partners – The Amrop Hever Group