La Asociación Española de Consultoría he elaborado el informe “Las personas: capital crítico y clave de futuro”, en el que se hace especial hincapié en la principal fuerza diferencial que las empresas consultoras poseen: las personas. Según este estudio hay tres circunstancias que es preciso tener en cuenta para poder atraer, gestionar y retener el talento:

– La escasez de profesionales y el imperativo de innovar en gestión de personas suponen la lucha por el talento en el sector.

– Los nuevos valores de la generación actual, la formación académica que reciben los jóvenes y la guerra global por captar a los mejores hacen que las empresas se cuestionen los modelos actuales de gestión del talento.

– El profesional consultor no sólo debe poseer unos sólidos conocimientos técnicos, sino que además debe presentar unas competencias: alta capacidad de trabajo en equipo, flexibilidad y rapidez para asumir cambios, fina intuición, alto grado de compromiso motivación, pasión por el trabajo bien hecho y excelencia en el desempeño de sus funciones.

La consultoría en la economía española
El dinamismo que caracteriza a el sector es precisamente el motor de un incremento progresivo del peso de la consultoría en el economía española. De forma directa, su aportación al PIB es del 1 por ciento y, de forma más amplia, un 8 por ciento.

Este es el sector más activo en la contratación de jóvenes, con más de 15.000 personas al año con titulaciones superiores. Provienen de carreras de Ingeniería, entre las que destacan las de Informática y Telecomunicaciones, Administración y Dirección de Empresas, y Economía, así como de otras ramas de Ciencias, como es el caso de Matemáticas y de Física. Al final, más del 81 por ciento de los profesionales de las empresas de consultoría son licenciados.

En busca del talento crítico
Actualmente, el descenso de la natalidad, que continuará por la misma senda durante las próximas décadas, es uno de los factores que más inciden en la reducción de la fuerza de trabajo. Por otro lado, los profesionales que hoy se incorporan al mundo laboral poseen un perfil, unos valores y unos objetivos muy diferentes a los que caracterizaban a las generaciones anteriores.

Entre sus objetivos se encuentra la conciliación de la vida laboral con la personal, por lo que establecen una frontera muy nítida entre sus horas de trabajo y sus horas de ocio. Quieren ser dueños de su tiempo y se niegan a vivir para trabajar; desean flexibilidad –incluso, libertad- y una remuneración que recompense sus años de formación. Se caracterizan, además, por una menor lealtad en lo que a la permanencia en la empresa se refiere y por una escasa disposición a vincularse definitivamente.

Además, hay una brecha de capacidades, precisamente en la denominada “economía del conocimiento”, debido a una falta de adecuación entre los conocimientos que se adquieren en las carreras, demasiado académicos, y el día a día en el puesto de trabajo.

Los retos de gestión del talento
Una buena gestión comienza por la adecuada selección de los nuevos candidatos. El punto clave será definir, entonces, pormenorizadamente, el perfil del candidato que se necesita. Estos profesionales quieren sentirse valorados y tener, cuando menos, la posibilidad de una proyección a largo plazo dentro de la organización.

La gestión del talento en las empresas de consultoría empieza por la gestión individual de cada uno de los profesionales, pero no acaba ahí. El fin último es obtener un talento organizativo y gestionarlo como una cuestión integral.

En función de las capacidades que cada profesional demuestre, la orientación de su carrera discurrirá por dos posibles caminos. Habrá quienes sean especialistas y técnicos expertos en una determinada materia, mientras que otros tendrán una vocación más orientada al negocio.

Por lo que se refiere a las empresas, se caracterizan por: una fuerte e integradora cultura corporativa dirigida a los objetivos del negocio; consideran la formación como pilar básico sobre el que se asienta la capacitación de los profesionales; piensan en la innovación como herramienta imprescindible de competitividad; buscan la internacionalización y creación de equipos globales; consideran la responsabilidad social corporativa como exponente de la solidad con el entorno y, por último, apuntan a la transparencia, la honestidad y la confianza como filosofía conductora en las relaciones con los clientes.