La innovación produce riqueza y hace avanzar a las sociedades. Sin embargo, existe el peligro de que los avances se paralicen en tiempos de crisis, debido a los recortes en los presupuestos de I+D. Alfons Sauquet, decano de ESADE y representante de la escuela de negocios en el Science/Business Innovation Board, una asociación científica sin ánimo de lucro con sede en Bruselas, cuyo objetivo es implementar la innovación en Europa, considera que «para solucionar los grandes retos a los que Europa se enfrenta –como el cambio climático, el suministro eléctrico o la asistencia sanitaria para una población cada vez mayor– será necesario innovar. Y eso sólo pasará si acabamos con las limitaciones que tanto Bruselas como los estados miembros imponen a los innovadores».

Algunos expertos dibujan un panorama igual de gris en el sector de la  innovación. «Las restricciones presupuestarias son inevitables para salir de una grave crisis económica comola actual. Pero los recortes en los  programas nacionales de I+D podrían volverse en nuestra contra. La investigación originará nuevas tecnologías e innovación, y ambas son claves para el crecimiento económico», asegura el decano de la escuela de negocios INSEAD, J. Frank Brown.

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Los beneficios de la innovación son evidentes. Según un estudio de la OCDE, con cada 1% de incremento de la inversión pública en I+D la productividad de un país aumenta un 0,17%. Asimismo, si el sector privado es el que incrementa un 1% la inversión en I+D la productividad aumenta un 0,13%. Sin embargo, hay escenarios también para los optimistas. Aunque  actualmente vemos cada vez más políticas económicas como la inglesa, que abogan por importantes  recortes a los presupuestos de I+D, también vemos lo opuesto, como el Plan para la Innovación, presentado por la comisaria europea Máire Geoghean-Quin. «Es un paso adelante -asegura Sauquet- pero ahora es necesario que la Unión Europea lo apoye».

Vijay Govindarajan y Chris Timble, dos profesores de la prestigiosa escuela de negocios norteamericana Tuck  School, de la Universidad de Dartmouth, se han pasado la ultima década estudiando la innovación en empresas como IBM, Cisco Systems y Dow Jones. En su nuevo libro, «10 reglas para innovadores  estratégicos», se preguntan si las empresas actuales son capaces de cambiar el mundo. La respuesta es sí, pero sólo si se ajustan. «A través de la innovación, las empresas pueden cambiar el mundo. Pero hay un problema. Las compañías no están construidas para la innovación, sino para la eficiencia», dicen los autores. Sin embargo, «aunque la mayoría de los  empresarios tiene creatividad y tecnología, carece de las habilidades directivas para convertir las ideas en realidad », dicen los autores.

En su libro comparan la innovación con la ascensión de una montaña. La mayoría de los montañistas enfocan su energía y entusiasmo en coronar la cima, sacrificando recursos para la bajada, el tramo más peligroso.De manera similar, las empresas sólo se centran en la cima de la innovación, es decir, identificando una idea brillante, pero dejan de lado la otra cara de la innovación, la ejecución. «Hay demasiado énfasis en las ideas, pero no  bastante en la ejecución». Su trabajo les ha llevado a la conclusión de que las empresas deberían ser capaces de ejecutar cualquier iniciativa innovadora.

Visión de futuro

Al final, lo que queda claro es que incrementar la innovación es beneficioso a largo plazo. El valor de la innovación queda presente y se aprovecha en el futuro. Así lo apuntan, al menos, algunos expertos. «La tecnología y la ciencia proporcionan puestos de trabajo sólidos y un verdadero valor económico que no desaparece cuando vienen malos tiempos para un país», ha asegurado nada menos que Jean- Philippe Courtois, presidente de Microsoft Internacional.

Más crítico se muestra el flamando ganador del último Premio Nobel de Física, Konstantin Novoselov, que, al alimón con su compatriota ruso Andre Geim, ha sido premiado por sus avances con el grafeno. «La Unión Europea  debe hacer todo lo que esté en su mano para crear las condiciones  adecuadas para que surja el talento y las nuevas ideas», ha dicho Novoselov, profesor de la Universidad de Manchester, a lo que añade que «este país se arriesga a perder a las figuras más importantes y las nuevas estrellas de la ciencia si los nuevos recortes de presupuestos se materializan. La consecuencia será que, sin dinero, los mejores científicos se irán a trabajar al extranjero, especialmente los más jóvenes». Palabra de Nobel.