Las cosas suceden, de una manera u otra.

Aunque lo ideal es provocar una reacción, y tratar de mantenerla controlada en todo momento.

Cuando pretendemos usar las redes sociales hay que tener en cuenta qué tipo de comunicación queremos mantener.

Las redes sociales no se basan únicamente en la emisión de una serie de mensajes que quedan ahí, en el éter de Internet.

Como quien habla solo por la calle esperando que alguien le escuche y se dirija a uno para responderle.

Desde mi punto de vista, las redes sociales están ahí para comunicarnos de forma activa.

Para propiciar un intercambio de información en ambos sentidos.

Podemos tomar información de cualquier fuente, de cualquier persona que nos deje hacerlo.

Pero a cambio debemos, tenemos la obligación de corresponder de alguna manera.

No tanto para que se dé el mensaje por entendido o recibido.

Más bien para que dicho mensaje pueda ser tomado o tenido en cuenta por otros muchos.

Las redes sociales pueden clasificarse en muchas y en muy variadas versiones.

Desde aquellas que solamente nos permiten guardar enlaces de internet, con direcciones interesantes, que también podemos compartir con otras personas (que es lo que viene a hacer Delicious, por ejemplo), a otros más extendidos en donde interrelacionamos con terceras personas y compartimos casi toda nuestra vida (algo tipo Facebook).

La realidad es que cuando entramos a formar parte de una comunidad on line, nos convertimos en habitantes virtuales de un mundo que tiene sus reglas.

Y en ese mundo, la actividad es algo necesario para ser alguien allí.

Es muy sencillo.

Desde este blog lo que pretendo con cada uno de los post que os escribo, es haceros más cercana esta tecnología que se nos ha facilitado, y emplearla hábilmente en el uso de la búsqueda y de la prospección de empleo.

Pertenecer a una red social no es muy distinto a tener una vida en ella.

Una vida, en cierta forma.

En el mundo real, somos alguien. Y cuando digo alguien me refiero a que tenemos un rostro, un cuerpo… A que somos una persona que tiene unos conocimientos y unas aptitudes.

Y esa persona se define tanto por lo que es como por lo que hace. Es decir, se crea a partir de sus relaciones y de sus acciones.

Como bien sabéis, no hay mejor referencia que la que pueda dar un conocido sobre ti, o un antiguo empleador.

Incluso un mentor o un profesor con quien hayas hecho buenas migas y que esté dispuesto a echarte una mano para abrirte las puertas que sean necesarias.

Y nuestros conocidos y amigos, son siempre las primeras personas a quienes acudimos cuando estamos en situaciones difíciles.

Primero, la familia, luego los amigos más cercanos. Después, el resto.

En las redes sociales las cosas vienen a ser un poco lo mismo… Manteniendo las distancias.

Creando relaciones y vínculos

Cuando creamos nuestro perfil (en cualquiera de las redes sociales que hayamos seleccionado) establecemos una definición de quiénes somos.

Lo primero que hacemos es crear un perfil donde decimos qué somos y qué buscamos: nuestros intereses y afinidades.

Lo ideal es, a continuación, contar con una imagen que nos identifique del resto.

Que nos distinga de los demás.

Buscamos una diferenciación en el entorno en el que nos vamos a mover.

Y a partir de ahí, establecemos las relaciones.

Primero por afinidades.

De ello se encarga adecuadamente la programación del sitio en el que estemos, permitiéndonos buscar dentro de nuestra cuenta de correo a aquellos conocidos que podamos tener entre nuestros contactos, y que cuenten con perfil ya creado en dicha red social.

Estamos creando nuestro entorno de relaciones primario.

A partir de ahí, agregaremos a la gente por intereses, afinidades, filiaciones, por cercanía, por proximidad… empezaremos a crear nuestra red… Nuestra propia red de contactos.

Bien.

Una vez creada, lo primero que hacemos es establecer los lazos que nos unan a esas personas.

Normalmente mediante mensajes.

Ya sé que todo esto parece cosa de Perogrullo, que parece una obviedad. Pero es que muchas veces no nos paramos a pensar las cosas.

Y damos por sentado cosas porque sí. Sin pararnos a pensar en ellas.

Y, de verdad, merece la pena detenerse a analizarlas cuando suceden.

Hay que aprovechar las redes sociales en nuestro beneficio

Bueno. Asentadas las bases de lo que es una red social y cómo funciona, el siguiente paso debería de ser relacionarnos con ella.

Si tomamos como ejemplo lo que hacemos en la vida real, nos daremos cuenta de que lo que más hacemos es comunicarnos con la gente.

Establecemos relaciones.

Las estructuramos, pero también las cuidamos.

Quiero decir que no vamos hablando solos por la calle lanzando mensajes esperando a ver si alguien nos escucha y se apiada de nosotros.

Lo normal es que nos dirijamos a alguien, a una audiencia en concreto.

Y cuando digo audiencia, puede ser una sola persona o un grupo de ellas.

Aunque también somos conscientes que cuando queremos formar parte de un grupo de gente, además de presentarnos, debemos de hacer ver a cada uno de los miembros del grupo quién somos y qué sabemos.

En definitiva, lo que hacemos es sentar las bases de una reputación, y afianzamos lo que dijimos en nuestra tarjeta de presentación (nuestro perfil).

No vale con decir que somos la pera limonera, hay que demostrarlo con los actos y las acciones.

Hay que ser pera limonera, saber a pera limonera, oler a pera limonera, y comer lo que sea que coma una pera limonera.

No por el hecho de decir que eres arquitecto se te van a abrir de par en par las puertas de todas las empresas que busquen uno, en la confianza y en el anhelo que seas la persona que estaban buscando.

Puede que seas bueno en tu campo.

Pero hay que demostrarlo.

Y con esto, también me gustaría dejar claro que no sólo vale para perfiles de cualificación alta.

Todas las explicaciones y acciones son igualmente válidas para personas de cualificación media o incluso sin cualificación profesional.

Os recuerdo que tenéis el ejemplo de ese agricultor andaluz en paro, que empezó a escribir en un blog sobre su desesperanza a la hora de encontrar trabajo, comentando sus andanzas e inquietudes, y finalmente su historia ha sido un caso de éxito.

Lo bueno que tiene Internet es que es campo de pasto para ovejas y carneros; para toros y bueyes; para mulas y caballos.

Y que todos tienen las mismas oportunidades.

Porque a cada uno se le buscará por su perfil en concreto.

El beneficio de las redes sociales se encuentra en la comunicación que establecemos con los demás.

Y éste es el meollo del asunto de este artículo.

Se ha de tener claro que tanto si se trata de una aportación realizada en un blog (como ésta), como de un mensaje publicado en nuestro muro de Twitter, o de Facebook, o en cualquiera de las redes sociales que usemos, lo que realmente interesa a la gente que nos sigue es lo que comentamos.

Lo que aportamos como conocimiento a los demás.

El comentario como valor añadido

Me refiero no a lo que nosotros escribimos en nuestros muros, o en nuestros blogs.

Eso es lo que nos define cada día.

Lo que refuerza ser nosotros.

Porque para eso lo hemos creado.

Sin embargo, lo que realmente da valor y crea reputación es lo que somos capaces de aportar a los mensajes que los demás escriben.

Se valora tanto lo participativo que seamos, como la calidad del aporte.

Veréis.

Es como cuando se está en una conversación. Hay una persona que lleva la voz cantante. Hay alguien que nos cuenta algo.

Pero para nada es un monólogo.

Se trata de crear conversación y participación.

Puedes expresar su aprobación por un contenido, o tu disgusto.

Facebook resumió esa acción creando el botón de Me gusta en casi todos los contenidos.

Y con él, el usuario aporta una postura hacia lo que se ha publicado sin que sea necesario tener que extenderse sobre ella.

Nada tan simple como que a uno le guste algo y que la gente lo vea.

Y a cuántos más les guste una cosa, mejor aceptada será.

Pero además, podemos… se debe de participar con los comentarios.

Éstos son los que crean verdadera corriente de opinión y los que fortalecen la personalidad de los usuarios en las redes sociales.

Cuando expresamos un comentario, además, estamos dando nuestro parecer. Nuestra opinión.

Pero también podemos estar asesorando a alguien sobre un determinado tema.

O podemos mostrar interés sobre alguna cosa.

Quiero decir que todo eso es lo que nos va a permitir crearnos una imagen del quiénes somos y a qué nivel participamos en nuestra comunidad.

Los americanos tienen muy arraigado ese concepto: el de comunidad.

Pero no la virtual.

El sentido de pertenencia significa arraigo a algo que se considera importante. Las personas, las cosas, un grupo…

Eso es lo que realmente nos define.

Y lo que más nos valida de cara a posibles empleadores o buscadores de profesionales.

Sean de la índole que sean.

Si estamos realmente interesados en encontrar trabajo, en emplearnos, es necesario labrarse una reputación virtual.

Lo que decimos es lo que nos define.

Lo que hacemos, también.

Y se ha de tomar conciencia de ello.

Así que a salir del cascarón y a ser más participativos.

De eso se trata.

@AntonioVChanal
Coach y Formador