Las cosas suceden, de una manera u otra.

Siempre ha sido así, y siempre lo será.

Desde el inicio de los tiempos. Cuando se miraba a las cosas con incertidumbre y desconocimiento, y la percepción era la mejor herramienta para conocer las cosas.

El ser humano siempre ha tenido inquietudes. Siempre se ha mostrado interesado por lo que le ha rodeado. Hasta contar con la capacidad de moldear su entorno para hacerlo más accesible, y más provechoso para sí.

Y para poder llegar a ese nivel de comprensión ha tenido que analizar, investigar, escudriñar su propia esencia, y llegar a entender lo que le rodea.

Y una de las cosas que siempre ha intrigado al ser humano ha sido el tomar conciencia de las dimensiones en las que se mueve.

Con este post no pretendo en absoluto convertirme en un orador o escribiente sobre metafísica. Todo lo contrario.

Es más una reflexión al hilo de una lluvia de ideas en la que participé hace poco, junto con un amigo, quien necesitaba le echara una mano para mejorar un proyecto web en el que trabaja.

Siempre delimitados por el espacio y por el tiempo

Nunca somos realmente conscientes de lo que hacemos. No, al menos, de aquello que hacemos de forma refleja. Cuando respiramos, no somos conscientes de ello. Simplemente respiramos porque es una necesidad fisiológica vital. Aunque seguramente muchos de nosotros (entre los que me incluyo) en más de una ocasión nos habremos parado a pensar en la posibilidad de tratar de parar el flujo y reflujo de entrada de aire en nuestros pulmones, de ralentizarla, e incluso de controlarla.

Un ejercicio realmente… Inútil.

No conozco a nadie que se haya suicidado por aguantar la respiración. Es imposible. Porque cuando empiezas a perder el conocimiento, lo primero que hace tu cerebro es relajar la presión que se está provocando sobre las vías respiratorias (ese aguante de la respiración), precisamente porque ya va llegando poco oxígeno a los músculos, y es cuando comienzas a respirar de nuevo.

Leía hace tiempo una reflexión que hablaba de que realmente sólo existen dos tiempos: el pasado y el futuro.

¡Ja! Pensaréis. Y, del presente, ¿qué?

Bueno. Si os paráis a pensar fríamente… el presente realmente no existe. No al menos en cuanto a medición de tiempo. Porque cuando te paras a pensar en qué haces… ya forma parte del pasado.

El presente es tan efímero que cuando terminas de mencionarlo ya es antiguo.

Así que de alguna manera, cuando anticipamos con nuestros pensamientos lo que queremos decir, estamos siendo un poco bastante adivinos, ya que anticipamos (aunque sea por una fracción muy pequeña de tiempo) lo que vamos a decir unos segundos más tarde.

Espero haber sentado unas bases, más o menos entendibles, de que el tiempo y el espacio nos afectan y limitan.

¿Una cuarta dimensión en el empleo?

Lejos de divagar, lo que pretendo es hacer camino.

Habitualmente se habla de la cuarta dimensión cuando hace referencia al espacio-tiempo. Y es precisamente Albert Einstein quien en su célebre Teoría de la relatividad espacial (1905) hablaba por primera vez del tiempo como una cuarta dimensión y como algo indispensable para ubicar un objeto en el espacio y en un momento determinado (sic).

Si aplicamos esto a la búsqueda de empleo entenderemos el por qué de su importancia.

Y más, si cabe, si lo usamos a la búsqueda de empleo a través de las redes sociales.

Todos y cada uno de nosotros tenemos una vida propia. Actuamos por una serie de necesidades, que se realizan en momentos determinados. La búsqueda de empleo es una de esas necesidades.

Usamos las herramientas más adecuadas a la búsqueda de empleo. Las que creemos más convenientes. Y en este mundo dirigido hacia la web 2.0, las redes sociales se están convirtiendo en el paradigma de la comunicación social.

Los portales de empleo necesitan de las redes para poder difundir sus contenidos. Sus ofertas.

Pero sobre todo los usuarios, necesitan utilizarlas para conocer, de forma más amplia pero en un lugar donde se condensa todo, las posibilidades que pueden llegar a ofrecérseles.

Y es ahí donde la cuarta dimensión, donde el espacio-tiempo, nos afecta de una manera determinante.

De algún modo, como el destino que baraja las cartas, pero somos nosotros a quienes nos toca jugar.

Lo entenderéis rápidamente.

Podría resumirse diciendo que el éxito para que un reclutador se fije en ti es inversamente proporcional a la velocidad con la que te apuntas a una oferta de empleo.

Paradójico, pero cierto.

Las redes sociales adquieren aquí su papel primordial

Como dije hace unas líneas, siempre hacemos cosas y casi nunca nos fijamos en cómo lo hacemos.

Cuando accedemos a una red social -sea cual sea su denominación, color o raza- tenemos que saber realmente qué es lo que nos puede ofrecer, pero sobre todo, cuándo nos lo puede ofrecer.

En el mundo de Internet, la actualización de los contenidos es la respiración (refleja) que mantiene viva toda la estructura. Este reajuste continuado se realiza sin que exista control por parte del usuario, habitualmente a sus espaldas, pero siempre de manera constante.

Esto significa que una oferta de empleo tiene una vigencia inversamente proporcional al número de usuarios que la ven (y que además estén interesados en ella). Algo así como muy poca. Aunque también va a depender del nivel de experiencia o de profesionalización que se pida en la misma.

La paradoja no es ya que las redes sociales estén ganando terreno a otros medios de difusión del conocimiento en Internet.

Sino que son ya los medios que difunden la gran mayoría del conocimiento de Internet.

Y, como siempre, Twitter es el vocero principal desde cuya plataforma se comunica más alto y mejor todo lo que sucede en su derredor.

Es precisamente aquí, donde ese espacio temporal adquiere su significado más intenso y profundo. Donde la actualización de la línea de tiempo de los mensajes que recibimos se convierte en la quintaesencia de nuestras necesidades. Porque necesitamos de ese conocimiento. Y ese conocimiento sólo va a ser adquirido si se tienen en cuenta una serie de factores que converjan un momento determinado.

Es aquí donde el saber trabajar con estas redes sociales es vital. Conocer qué es una lista, cómo funciona, para qué sirve, qué nos permite hacer… Puede suponer la diferencia entre una llamada de teléfono o el silencio más absoluto.

También el etiquetar determinados elementos de nuestros mensajes sólo por el hecho de conseguir que lo que escribamos llegue a ser botón de muestra y referente. Me refiero a los denominados hashtags o almohadillas # que, precedidos de la palabra que queremos destacar, de manera automática se convierte en elemento relevante de búsqueda en esta red social. De ahí que siempre en mis aportaciones la utilice puesto que al difundirla, pasará a ser un patrón más de la red.

Por otro lado, nuestra línea de tiempo en Twitter viene también delimitada por los factores usuario y lo prolíficos que sean a la hora de generar contenidos. Ya que con ello nuestra página principal se llenará más rápida o más lentamente de mensajes que otros generan.

Aunque en el caso de la búsqueda de empleo, nuestros seguidores son el menor de nuestros problemas, ya que la gran mayoría de generadores de contenidos de ofertas de #empleo, serán usuarios a quienes no seguimos y a los que accederemos, precisamente, usando el patrón que arriba menciono: buscando con la cadena #empleo en su buscador. De esta forma, obtendremos un listado completo y exhaustivo de usuarios que publican, refieren o citan empleo como parte esencial de sus mensajes. Normalmente relacionados a ofertas de empleo reales, y que redirigen mediante sus correspondientes vínculos a portales o sitios web de empresas que buscan determinados perfiles.

Estamos sí o sí delimitados por el tiempo.

Es lo que determina cada paso que damos en la vida.

Es con lo que medimos la importancia de nuestros actos.

Saber aprovecharlo de la forma óptima, marcará la diferencia entre en éxito y el fracaso de todo cuanto emprendamos.

Y en el caso de las redes sociales, establece la diferencia entre un futuro próximo o un pasado demasiado lejano.

@AntonioVChanal
Coacher y Asesor