Fuga de cerebros: la otra cara de la moneda

¿Cómo se puede cambiar el modelo productivo de un país y sustentarlo, entre otros pilares, en la innovación y la industria si la mayor parte de nuestros investigadores y profesionales técnicos prefiere trabajar en el extranjero? En los últimos años la salida de científicos, personal universitario de investigación, ingenieros e informáticos ha dejado patente que España cuida poco a sus ‘cerebros’. De hecho, según la quinta edición del informe Innovacef, que recoge las opiniones de más de 600 investigadores españoles en nuestro país y en el resto del mundo, el sistema nacional de I+D+i suspende con un 4,2 sobre 10, frente al 6,3 que estos profesionales otorgan a los sistemas foráneos. En concreto, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos son los mejores sitios para investigar. «Es la constatación de que España se está quedando atrás en la contienda que a nivel mundial se está librando por la captación, retención y motivación de los científicos», confirma Pedro Aceituno, profesor de la Udima y uno de los responsables del estudio.

Sobre las diferencias que existen entre estos países y el nuestro, los encuestados señalan, en este orden, el salario (50%), la estabilidad laboral (38%) y el reconocimiento social (38%). El director del departamento de Movilidad Internacional de Adecco, Eloy Capellán, advierte de que «por ahora no hay políticas en España para competir por la gente más brillante». Entre estos ‘genios’ que cruzan la frontera nos encontramos con odontólogos, fisioterapeutas, enfermeros —no en vano se calcula que cada año salen más de 1.000 de estos profesionales de nuestro país mientras que aquí seguimos necesitando a más de 4.000—, investigadores, científicos y, más recientemente, ingenieros, arquitectos e informáticos. «Son profesionales que gozan de muy buena reputación en el extranjero por la formación que reciben aquí y no les resulta difícil encontrar algo de lo suyo, con más posibilidades de desarrollo y mejor sueldo en otros países como Portugal, Reino Unido o Francia».

Para paliar esta ‘fuga de cerebros’, que según la profesora Mª Carmen Albert es producto de la cohesión económica y la globalización, se confía en la nueva Ley de Ciencia que está a punto de aprobarse en el Consejo de Ministros —el anteproyecto fue aprobado el pasado 12 de marzo— y que, en opinión de Pilar Pin, directora general de la Ciudadanía Española en el Exterior, «traerá de vuelta a muchos de estos profesionales». A partir de las novedades que introduce el nuevo reglamento, se pretende «definir una carrera científica más estable, basada en méritos y suficientemente atractiva».

Sin embargo, Pilar Pin insiste en que todo depende del cristal con que se mire: «No es exactamente una fuga de talento, no podemos hablar de ella cuando al mismo tiempo nos enorgullece y siempre hemos buscado que nuestros investigadores y profesionales tuvieran un reconocimiento internacional». Además, Pin añade que, en cualquier caso, «hoy día apenas hablamos de emigración en términos económicos sino de movilidad profesional y ésta es una de las consecuencias».

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