Rosa Sanchidrián. Directora de la Escuela de Negocios Estema. 

El segundo informe «El barómetro de innovación de la UE», presentado en el parlamento europeo, considera que la inversión en innovación es una de las mejores vías de generación de empleo, e incluso un 93% de los líderes de opinión de la UE así lo valoran. Ahora bien, la crisis también ha afectado a la innovación, reduciendo recursos e incluso fomentando la fuga de talento a zonas geoeconómicas que están invirtiendo en I+D+i. Sin embargo, no podemos olvidar que la globalización y los grandes avances que nos esperan requieren de expertos dotados de competencias distintas al modelo tradicional y, para esto, la formación es la clave. La falta de emprendedores y los escasos incentivos para jóvenes investigadores pone de manifiesto que la innovación no está recibiendo los apoyos políticos y empresariales necesarios.

El evidente consenso de los líderes que han participado en este estudio define la relación directa entre innovación y empleo, algo que las universidades y empresas norteamericanas tienen fuertemente asumido, haciendo del modelo educativo en Estados Unidos un caso exitoso en el fomento del espíritu innovador y emprendedor. Por eso, somos conscientes de la importancia que tiene para nuestros estudiantes la formación en competencias y habilidades, así como la visión global para trabajar en un mundo globalizado.

Pero, ¿cuál es la solución? Aunque no es sencilla, es necesaria una mayor  inversión en innovación, fijarse en otros países y en las empresas que tienen éxito, establecer sistemas que permitan que los resultados puedan venderse y ser rentables en entornos de competencia, generar cultura de la innovación y, sobre todo, provocar un cambio en la educación, que pase de la cultura del fracaso a la del éxito, incentivando la creatividad, la investigación, el liderazgo y el emprendimiento.

Es verdad que la semilla está y España y la UE no pueden dejar que no de frutos. Nuestro compromiso, desde las instituciones universitarias, es formar a ese profesional capaz de incorporar las habilidades propias de la innovación entre sus competencias profesionales, ofreciéndole el entorno necesario para enfrentarse a una sociedad global cambiante y a un entorno laboral altamente competitivo y cualificado con un enfoque de emprendimiento que apoya la innovación en todos sus enfoques.

Por consiguiente, nuestros programas, nuestra forma de trabajar como universidad y los recursos, son ejemplos de cómo la innovación no es una idea sino que es acción.