La gestión de procesos y la mejora de la productividad son dos campos que se estudian para encontrar un punto de convergencia común. Las diversas técnicas y filosofías profesionales buscan precisamente eso: seguir innovando en metodologías que consigan un flujo de trabajo eficiente. Una de las vertientes que persigue este objetivo es la filosofía Lean. Enfocada a aportar una perspectiva única a los objetivos y proyectos, esta filosofía garantiza mejora la productividad a largo plazo.

¿Quieres saber cómo aplicarla a tu departamento? Te lo contamos en el artículo de hoy.

¿Qué es la filosofía Lean?

Nacida de la necesidad de automatizar y mejorar la eficiencia operativa, la filosofía Lean es un término del que se lleva hablando desde hace unos años y que ha ganado popularidad en el ámbito empresarial a pasos agigantados.

Este, al igual que otros procesos como el conocido método kaizen, abogan por la mejora continua de procesos. En realidad, las acciones que recoge esta metodología son bien conocidas en sectores como los Recursos Humanos y la gestión empresarial. Estas, se enfocan en la gestión de procesos que, dirigidas al enfoque integral de la gestión, ponen a disposición de los equipos una serie de herramientas basadas en la innovación y optimización de procesos para mejorar el valor de una empresa.

Para decirlo en una sola frase, la filosofía Lean se basa en maximizar el beneficio con el menor uso posible de recursos. Bajo esta premisa, es de esperar que no exista empresa en el mundo que no quisiera trabajarla. Sin embargo, la adecuación del método para asegurar la calidad requiere de un proceso de análisis e implementación de sus principios.

Equipo de recursos humanos analizando los procesos de la filosofía lean

¿Cómo implementar la filosofía Lean en Recursos Humanos?

Para comenzar el camino de implementación, se deben respetar los principios por los que se rige la filosofía Lean. Además, según una clasificación concienzuda de las actividades, deberás tener en cuenta una serie de aspectos para asegurar la adecuación de esta metodología según la clasificación del tipo de actividad que se realice, que son:

  • Actividades de valor agregado.
  • Actividades de valor no agregado. Necesarias; que, aunque no crean valor, son imposibles de eliminar mediante los recursos de los que se disponen.
  • Actividades de valor no agregado. Desechables; que no generan valor y son susceptibles de eliminar por completo.

Además de la clasificación de las actividades, debes prestar especial atención a los procesos:

Mejora continuada. La filosofía Lean persigue, por encima de todo, la perfección de los procesos. Por eso, se debe tener en cuenta que el pensamiento de “si funciona, no lo toques” debe ser desechado de forma fulminante del imaginario colectivo.

Análisis y detección. Mediante una actitud de vigilancia constante, los equipos se aseguran de que los errores o posibles problemas futuros sean detectados a tiempo. De esta manera, no solo se ayuda a la productividad, sino también al flujo de trabajo y a la calidad general de los servicios.

Diferenciar entre valores no agregados. Se debe analizar detenidamente todo aquello que no aporta valor al proceso. De esta manera, podrás discriminar entre aquello que se puede eliminar para optimizar los procesos y lo que, aún no aportando valor, debe permanecer en la cadena de funcionamiento.

Procesos optimizados. Mediante la planificación por etapas y responsabilidades, el proceso completo se vuelve más eficaz. Tan importante es estar al tanto de los posibles retrasos en la gestión como de la planificación excesiva o los defectos del método ampliado. Cada tarea cuenta y es decisiva en la mejora de procesos.