Actualmente, la inteligencia emocional se reconoce como una de las habilidades clave que se pueden poseer en el ámbito laboral, así como en la vida en general. Ser un líder con inteligencia emocional afecta a la forma en que se gestiona uno mismo y sus emociones, las interacciones con otras personas dentro de la empresa, así como con las partes interesadas externas (por ejemplo, clientes o proveedores)
La comprensión de los aspectos críticos de la inteligencia emocional, y su aplicación a nuestro trabajo, tanto con los clientes como con otros aspectos de la vida, es fundamental para alcanzar las metas.
Existen determinados factores que garantizan un líder con inteligencia emocional.
1. Concienciación
El primer aspecto importante de la inteligencia emocional es la autoconciencia. La autoconciencia significa entender las emociones, la fuerza, la debilidad, las necesidades y los impulsos de uno.
Las personas con autoconciencia se ven a sí mismas con más precisión y también son más receptivas al feedback. Esto fomenta una cultura de honestidad e integridad dentro de una empresa.
Otro aspecto importante de la autoconciencia es la capacidad de señalar los valores personales. Esto es crucial, ya que permite al trabajador alinear sus valores con los de la empresa. También conduce a una mayor motivación y compromiso a largo plazo y a la satisfacción del trabajador.
Un líder con alta conciencia de sí mismo suele ser capaz de mirar hacia atrás a los errores pasados y de hacer autocrítica. Esto demuestra humildad y capacidad para ver con precisión sus fortalezas y debilidades. Las personas capaces de realizar este análisis interno y autocrítica, serán mas capaces de analizar aspectos externos que conciernen a la empresa.
2. Autorregulación
La autorregulación es la capacidad de controlar racionalmente el comportamiento de uno a pesar de las emociones.
A menudo, cuando un líder con inteligencia emocional se toma el tiempo para considerar las situaciones puede ser visto como frío y distante por sus trabajadores. Sin embargo, un líder con un temperamento fuerte puede ser visto como carismático y poderoso. Esta idea errónea tan común se debe a la necesidad de una acción inmediata. Un líder que se toma su tiempo para considerar la situación es más probable que desarrolle confianza y justicia dentro de la organización.
3. Motivación
Un líder muy motivado es más optimista y está mejor preparado para afrontar los problemas, lo que le hace más resistente en el panorama empresarial actual. No es de extrañar que la motivación sea un predictor significativo del éxito. Los individuos motivados empujan constantemente la barra del éxito y se rodean de individuos con ideas afines, creando una cultura de potencial colectivo, una fuerza con la que hay que contar en cualquier situación.
4. Empatía
No hay que confundirla con la simpatía, la empatía es la capacidad de leer señales no verbales que emanan de nuestras interacciones sociales.
Por ejemplo, en una situación en la que el gerente o líder tiene que despedir a varios empleados, un líder menos empático y con menos inteligencia emocional puede pronunciar un discurso sombrío sobre el estado de la empresa y las razones del recorte, mientras que otro gerente puede pronunciar un discurso diferente, uno sobre la esperanza y las oportunidades. La intención subyacente puede ser la misma, pero el resultado general es claramente diferente.
5. Habilidad social
Se trata una acumulación y un mecanismo de acción de los cuatro componentes anteriores de la inteligencia emocional. Con empatía somos capaces de leer las señales no verbales durante nuestras interacciones sociales. La autoconciencia y la regulación nos permite elegir la respuesta a estas señales.
Con estos factores, un líder con inteligencia emocional, será capaz de navegar a través de la complicada red de dinámicas sociales y emerger con una red lista para todas las situaciones, lo que le permitirá obtener más éxito en su entorno profesional.