Era un directivo asentado. Pasaba ya de los 40 y cada día le dolía más el no poder hacer con su porción de empresa lo que creía que era mejor para ella. Siempre había algo o alguien que propiciaba que no fuera el momento.
Había pensado más de una docena de veces qué tipo de negocio podría crear y sería capaz de dirigir. A veces, las ideas eran muy lúcidas, pero cuando intentaba plasmarlas en papel surgían más inconvenientes que ventajas. Otras veces eran ocurrencias abstractas y no conseguía darles formas real.
Con esta perspectiva vaga y poco clara era una locura dejar la empresa en la que llevaba diez años y empezar de cero.
Este era mi caso y es el de mucha gente. Pero un día decidieron por mí. Me echaron.
El camino ya estaba claro. Tenía que hacer realidad mi idea de montar una empresa.
Os cuento los ocho pasos que seguí y que me llevaron a al éxito de mi proyecto:
- Lo primero que hice fue salir de España, ver qué se hacía fuera de nuestras fronteras, ver negocios de éxito en otros países y que todavía no existían aquí. Había muchos y, aparentemente, gran parte de ellos eran importables.
- Lo segundo fue elegir los negocios que más se adaptaban a mis posibilidades de inversión económica, de conocimiento, de tiempo de implantación, de necesidades de personal…
- Un tercer paso fue imaginar esa empresa en España y los trámites para montarla: normativa, fiscalidad, materias primas necesarias, empresas auxiliares, clientes, proveedores, márgenes…
- El cuarto paso fue ver la adaptabilidad al modelo local y a los gustos e idiosincrasia del entorno donde quería empezar con la empresa.
- El quinto paso, mirar el mercado español y comprobar si había algo similar que me hiciera la competencia.
- El sexto paso fue analizar la rentabilidad. Cuánto se pueden gastar los clientes, cuánto me puedo gastar yo, qué margen de beneficio tengo a corto, medio y largo plazo, es un negocio de moda o es un negocio con perspectiva de futuro…
- El séptimo paso fue verificar que era el momento apropiado. Es decir, es el momento o todavía es prematuro. El fracaso puede venir tanto por ser un negocio muy explotado como por intentar una implantación prematura… Cuantas veces hemos oído: “se adelantó a su tiempo” o “más vale llegar a tiempo que rondar un año”… Pues eso, acertar con el momento.
- El octavo, conocer las peculiaridades del sector en el que te introduces. No estás sólo, tendrás proveedores, necesitarás empresas auxiliares, anteriores y posteriores a la tuya. Debes conocer sus pautas de funcionamiento, sus particularidades, sus rarezas. En mi caso, el éxito vino de la mano de una muy buena integración sectorial.
- Y el último, y definitivo, la suerte. Sí, la suerte. Hacer las cosas planificadas, estudiadas y calculadas es fundamental, pero la suerte es imprescindible.
Ahora sólo me arrepiento de no haberlo hecho antes. Para mí, lo mejor de mi vida laboral empezó con el despido.
Alberto Delgado Martín
Empresario
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